Diócesis de Querétaro
06 de agosto de 2016
Anunciar a Jesucristo a través de los medios de comunicación social constituye verdaderamente uno de los retos más formidables con los que se enfrenta hoy en día la Iglesia, que ha tomado conciencia de la gravísima actualidad de la postura de San Pablo «¡Ay de mí si no evangelizo!». 1 Cor 9,16.
El hombre y la sociedad de este tiempo viven inmersos en una red constante de comunicación de ideas, acontecimientos y de noticias que se intensifican y facilitan cada vez con mayor agilidad y perfección técnicas.
Ante la necesidad de apertura de la persona a la verdad, al bien, a la belleza, al otro, a Dios; responde una realidad que crece a través de unos cauces comunicativos que parecen a veces lejanos e impersonales y que atentan con la forma de comunicación más hermosa y trascendente que es el encuentro personal con los demás.
Esta sociedad, como se suele decir, mediática e inmersa en el mundo del “ciber espacio” RETA fuertemente al hombre de nuestros días, conforme a su libertad y eminente dignidad, a vivir con firmeza bajo una escala de valores humanos, morales y universales; que le permitan vivir en la plena libertad de hijos de Dios.
Por esta razón y época que ahora nos toca vivir, es preciso que adquiramos el compromiso de trabajar desde nuestro espacio de servicio pastoral, para que se oiga, vea y testimonie expresamente a Nuestro Señor Jesucristo y a su Evangelio en todos los medios de comunicación social.
– Redes Sociales
– Medios Impresos (Hoja Parroquial, Revistas, Boletines, Periódicos, etc.
– Radio y T.V.
– Programas por Internet. Etc.
Pues es una y la principal finalidad del diplomado que promueve la CODIPAC. Sin dejar de mencionar la proporción de elementos que brinda para el cumplimiento de su cometido.
Por tal razón y ante tal compromiso, no debería faltar un día, en el cual en los medios de comunicación social falte la Palabra de Cristo. La responsabilidad de toda la Iglesia a este respecto, especialmente de sus pastores y fieles laicos, es manifiesta.
En la actualidad existen un sin número de alternativas de comunicación, a nuestro alcance. Por eso hemos de procurar sin desfallecer llevar al mundo de las comunicaciones sociales «la noticia» e «información» actual por excelencia, la más viva de todas las que se puedan transmitir: que Jesucristo ha resucitado y que vive en medio de todas las coyunturas y circunstancias, las más dramáticas y las más gozosas, por las que atraviesa la historia de cada día y la existencia de cada persona.
Por tal motivo quiero recalcar que, es responsabilidad de los comunicadores católicos que trabajan en sus parroquias, en la Diócesis, no perder nunca la finalidad de su misión, que es: Anunciar a Cristo.
Y, por supuesto, han de concebir y de realizar toda su tarea con la conciencia del «hombre nuevo», llamado a vivir todos los aspectos de su vida, los personales y sociales, en «gracia y santidad», o lo que es lo mismo, en conformidad con la Ley de Dios, en su actual y definitiva novedad, la del Evangelio, la del amor de Cristo: la de amar como Cristo nos amó.
A través de los medios de comunicación social pueden hacer mucho bien al prójimo, sobre todo a los más débiles: los niños y adolescentes, a los jóvenes, a los matrimonios y a las familias, la cultura; pero también mucho daño, a veces irreparable, atentando contra la dignidad y fama de las personas, menospreciando las exigencias del bien común y los valores morales que sustentan el alma y la conciencia del pueblo.
Sin embargo al ser partícipes de esta formación, nuestra conciencia queda clara: Así como Dios padre se comunicó en su hijo Jesucristo con nosotros; Así también nosotros hemos de comunicar a Jesucristo a los otros.