(CODIPACSQRO) Los religiosos y religiosas de la Diócesis de Querétaro, el 2 de febrero, partieron en procesión desde el templo de Santa Clara hacia la Santa Iglesia Catedral, donde el Sr. Obispo don Faustino Armendáriz Jiménez presidió la celebración eucarística con la que dieron gracias por el Año de la Vida Consagrada.
En comunión más de 500 miembros de la vida consagrada, caminaron por los calles dando testimonio público de su consagración ante el amor misericordioso del Padre, en el día que la Iglesia celebra la Presentación del Niño Jesús en el Templo, reconociendo a Cristo como luz de las naciones y gloria del pueblo de Israel.
El pastor diocesano recordó que en diciembre de 2014, escribió la Carta Pastoral Vida Consagrada: Memoria, desafío y esperanza: «Queridos consagrados y consagradas, presentes en esta diócesis de Querétaro, como les he dicho en mi carta pastoral que les dirigí con ocasión del Año de la Vida Consagrada, retomando las palabras del Apóstol San Pablo a los Filipenses: `Doy gracias a mi Dios cada vez que me acuerdo de ustedes, rogando siempre y en todas mis oraciones con alegría por todos ustedes a causa de la colaboración que han prestado al Evangelio, desde el primer día hasta hoy, firmemente convencido de que, quien inició en ustedes la obra buena, la irá consumando hasta el Día de Cristo Jesús´ (Flp 1, 3-6)».
Mons. Faustino reconoció el trabajo de los religiosos en esta iglesia particular: «Agradezco su entrega y generosidad al servicio del evangelio, no sólo en el presente, sino a los largo de tantos años. Sigan difundiendo el buen olor de Cristo en todos los ambientes en donde cada uno de ustedes desempeña su acción evangelizadora».
En este Año de la Misericordia, el señor obispo invitó a la oración: «Roguemos al Señor para que este Año Santo de la Misericordia, especialmente todos los consagrados y consagradas de esta amada Iglesia de Querétaro, sean infatigables de ese amor que el mundo olvida y que, en cambio, tanto necesita. Que sean profetas de misericordia y profecía del amor de Dios que se nos ha manifestado en Jesucristo, el primer consagrado al Padre y con el que cada uno de nosotros los consagrados estamos llamados a identificarnos en la forma de vida, en los gestos inconfundibles llenos de caridad, dando de comer al hambriento, dando de beber al sediento, visitando al desnudo sin cerrarse a la propia carne, acogiendo al forastero y asistiendo a los enfermos, visitando a los presos de múltiples cárceles existenciales y dando sepultura a los que mueren y pasan de este mundo al Padre». Y agregó: «Profetas y profecía de ese amor misericordioso y tierno, lleno de compasión dando consejo al que lo necesita, enseñando al que no sabe, corrigiendo al que yerra, consolando al triste, perdonando las ofensas, soportando con paciencia las personas molestas, rogando a Dios por los vivos y por los difuntos».
Al concluir la santa Misa de esta XX Jornada Mundial de la Vida Consagrada, los religiosos y religiosas tuvieron un momento de convivencia y encuentro fraterno.
Auxiliadora García Bellorín