A los hermanos Presbíteros, a los miembros de la Vida Consagrada y a todos los fieles de la Diócesis de Querétaro:
La Cuaresma, que nos lleva a la celebración de la Pascua, es para la Iglesia un tiempo litúrgico muy valioso e importante. Pues en él reorientamos nuestra vida y centramos nuestra mirada en aquello que es más importante, la vida en Dios. El período cuaresmal es el momento favorable para reconocer nuestra debilidad, acoger, con una sincera revisión de vida, la Gracia renovadora del Sacramento de la Penitencia y caminar con decisión hacia Cristo.
En este año de la Pastoral Litúrgica deseo invitarles a que aprovechemos este valioso tiempo para redescubrir nuestra identidad de bautizados, meditando y celebrando el itinerario cuaresmal que a lo largo de los cuarenta días se nos ira presentando. Específicamente en la celebración de cada domingo. Así la Comunidad eclesial, asidua en la oración y en la caridad operosa, mientras mira hacia el encuentro definitivo con su Esposo en la Pascua eterna, intensificará su camino de purificación en el espíritu, para obtener con más abundancia del Misterio de la redención la vida nueva en Cristo Señor (cf. Prefacio I de Cuaresma).
Para ello deseo invitarles a tener muy en cuenta lo que la Constitución sobre la Sagrada liturgia Sacrosanctum Concilium nos enseña:
“Puesto que el tiempo cuaresmal prepara a los fieles, entregados más intensamente a oír la palabra de Dios y a la oración, para que celebren el misterio pascual, sobre todo mediante el recuerdo o la preparación del bautismo y mediante la penitencia, dése particular relieve en la Liturgia y en la catequesis litúrgica al doble carácter de dicho tiempo. Por consiguiente:
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Úsense con mayor abundancia los elementos bautismales propios de la Liturgia cuaresmal […].
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Dígase lo mismo de los elementos penitenciales. Y en cuanto a la catequesis, incúlquese a los fieles, junto con las consecuencias sociales del pecado, la naturaleza propia de la penitencia, que lo detesta en cuanto es ofensa de Dios; no se olvide tampoco la participación de la Iglesia en la acción penitencial y encarézcase la oración por los pecadores” (cf. SC, n. 109).
Considero muy conveniente utilizar el Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos, pues el itinerario que nos presenta ayudará a cada uno de los bautizados a tomar conciencia de su ser de bautizados y de su compromiso.
Además, retomando el mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma en este año, invito a cada uno de ustedes a ejercitarnos en la caridad, específicamente con aquellos que más sufren, programando obras concretas de caridad con los diferentes grupos y con la comunidad en general. Así, nuestra penitencia, ayuno y limosna, tendrán una repercusión específica con quienes sufren por la pobreza o la injusticia, ya que “a imitación de nuestro Maestro, los cristianos estamos llamados a mirar las miserias de los hermanos, a tocarlas, a hacernos cargo de ellas y a realizar obras concretas a fin de aliviarlas. La miseria no coincide con la pobreza; la miseria es la pobreza sin confianza, sin solidaridad, sin esperanza” (cf. Mensaje para la Cuaresma 2014).
Deseo que al tomar conciencia de nuestra identidad bautismal y de nuestro compromiso social, con los que más sufre por la miseria –como nos lo señala el Santo Padre–, se produzca en cada uno de nosotros una conversión profunda de nuestra vida, nos dejemos transformar por la acción del Espíritu Santo, orientemos con decisión nuestra existencia según la voluntad de Dios, nos liberemos de nuestro egoísmo y superando el instinto de dominio sobre los demás, nos abramos a la caridad de Cristo, para llegar así, a la celebración de la Pascua.
Ruego al Señor para que no envíe su Espíritu y suscite en nosotros la responsabilidad ante los más necesitados, que este camino sea provechoso y que la Virgen nos guarde y proteja.
En la Sede Episcopal de Santiago de Querétaro, a los 12 días del mes de febrero de 2014.
Fraternalmente en Cristo y María.
† Faustino Armendáriz Jiménez Obispo de Querétaro Pbro. Dr. Jorge Hernández Nieto Canciller