Mons. Fidencio López Plaza, Obispo de la Diócesis de Querétaro, presidió Santa Misa de la Peregrinación anual de los Consejos Parroquiales de Pastoral, a la Basílica de Nuestra Señora de los Dolores de Soriano, Colon Querétaro, el día 07 de febrero de 2022, en su homilía compartió diciendo:
«Saludo a todas y a todos ustedes fieles laicos, a mis hermanos presbíteros, a los diáconos transitorios y permanentes, a mis queridos seminaristas, los hermanos de vida consagrada, a los consejos parroquiales de pastoral y a los movimiento y asociaciones apostólicas.
La luz que irradia el 7 de febrero desde hace 158 años, fecha de la fundación de nuestra Diócesis llena la geografía y llena los corazones de nuestra iglesia diocesana.
En esta fecha también celebramos el 58 aniversario de la Coronación pontifica de nuestra Señora de los Dolores, el 31 aniversario de los consejos de parroquiales de pastoral y el 13 aniversario de erección de esta basílica.
Así hermanas y hermanos, cada año presentamos a Dios nuestra historia, con sus miserias, pero también con todo lo que nos alegra y nos entristece, así cada año presentamos el presente lleno de oportunidades y desafíos, y el futuro cargado de sueños y esperanza.
Jesús nos ha llamado para estar con él, y para evangelizar, hemos vivido dos años intensos, causados por la crisis antropológica, y cultural y las pandemias que padecemos, particularmente en esta situación, después de un año y ya casi cuatro meses de mi servicio en esta querida Diócesis, me he sentido confirmado en esta convicción, ante las crisis y las pandemias de ayer de hoy y de siempre, el mejor servicio al hermano es: “La Evangelización”.
Que los dispone a realizarse como hijo de Dios, lo libera de las injusticias y lo promueve integralmente a la manera de Jesús.
El nos ha llamado para estar con él y para evangelizar, el con su encarnación nos ha enseñado que lo que no se asume no se derrime, por eso queremos ver, oír lo que alegra a nuestros hemos en tiempos de pandemia, por eso queremos anúnciales la belleza del evangelio y queremos proponer el camino de Guadalupe al redentor como un camino para aprender a caminar juntos y en la misma dirección, y como reiteradamente nos invita el Papa Francisco.
Así nos iremos manifestando, como iglesia bautismal como iglesia sinodal y en salida misionera, así la experiencia centenaria de nuestra peregrinación al Tepeyac, y las peregrinaciones que son parte de nuestra vida cristiana, serán un excelente recurso, para identificarnos como iglesia peregrina para valorar las peregrinaciones, como escuela de sinodalidad y fraternidad y para renovar nuestro entusiasmo de seguir construyendo la casita sagrada, en nuestros corazones en nuestras familias, en nuestras parroquias, encuentra diócesis y en nuestro país.
En tiempos de crisis Jesús nos habla con imperativos, es sorprendente como Jesús en tiempo de pandemia pasa de indicativos del Dios te ha amado primero e incondicionalmente, del Dios que nos dice tu eres mi hijo muy amado, en ti me complazco, al arrepiéntanse y crean en el Evangelio, al vayan y evangelicen, denles ustedes de comer, lleven la paz a todas las casas, hagan esto en memoria mía, vende todo lo que tienes reparte el dinero entre los pobres y después ven y sígueme.
Y también la santísima virgen María en el evangelio, que hemos escuchado nos dice otro imperativo, “¡Hagan lo que él les diga!” Así Jesús y nuestra dolorosa, hablan con imperativos a sus hijos y seguidores y están esperando que nosotros sepamos responder con indicativos, cargados de cercanía y de ternura ante nuestros hermanos enfermos, hambrientos, descartados, excluidos, y heridos por la inseguridad, y la violencia que padecemos.
Lo sucedido en las bodas de Cana, es el comienzo de todos los signos que Jesús ira llevando acabo de lo largo de su vida, precisamente en la transformación del agua en vino se nos da la clave para captar el tipo de trasformación salvadora que opera Jesús y el que en su nombre han de ofrecer sus discípulos.
Pero el relato sugiere algo mas el agua solo puede ser tomada como vino, cuando siguiendo las palabras de Jesús, es sacada de 6 grandes tinajas de piedra, utilizadas por los judíos para las purificaciones. La religión de la ley escrita en tablas de piedra está agotada, esta débil y sin fuerzas no hay agua capaz de purificar al ser humanos es, necesario el vino, es necesario el amor, la luz, la alegría, la armonía y la vida que comunica a Jesús.
En tiempos de crisis y de pandemia, es necesario hablar con signos proféticos, Dios y la realidad nos están pidiendo dar el paso del “siempre se ha hecho así”, a la creatividad pastoral, a demostrar nuestro amor y nuestra de con signos de amor y de esperanza, signos proféticos, que sean verdaderas señales y gestos indicadores de Dios que habla a sus hijos y de sus hijos que le responde humildemente, con signos que pueden ser generadores y articuladores de otros tantos que en este sentido campean en nuestras parroquias provocada por las crisis y las pandemias.
No se puede evangelizar, de cualquier manera, para comunicar la fuerza transformadora de Jesús no basta las palabras son necesarios gestos proféticos; Evangelizar no es solo hablar predicar o enseñar, menos aun juzgar, amenazar, o condenar, es necesario actuar con fidelidad activa la alegría de Dios, haciendo mas dichosa la vida de nuestros hermanos en todos los tiempos y especialmente en tiempos de crisis y pandemias.
Así la casita sagrada, que virgen de Guadalupe vino a solicitar, será también la casa de la escucha, preámbulo indispensable para entrar en el camino de la sinodalidad. Así la casita sagrada será también la casa de la Pastoral, la casa de la comunión, la casa samaritana, la casa de caridad, la casa de la paz, la casa de la espiritualidad, la casa de nuestros queridos jóvenes y la casa común donde todos vivimos; y estas casas serán sencillamente como hemos dicho signos proféticos generadores y articuladores de otros tantos signos que en ese contexto campean en el cielo de nuestra querida iglesia diocesana, encendido luces irradiando esperanza y confirmándonos en la convicción de que ante la crisis y las pandemias de hoy de ayer y de siempre el mejor servicio al hermano es: “La Evangelización”. Que Dios así os lo conceda que así sea».
Al terminar la celebración Mons. Fidencio, concedió la indulgencia plenaria a quienes estaban dispuestos y preparados para ello y les dio la bendición.