Santa Iglesia Catedral, Ciudad episcopal de Santiago de Querétaro, Qro., 30 de marzo de 2018.
La celebración de La Pasión del Señor In Feria VI Haebdomadae Sanctae, se llevó a cabo en la Santa Iglesia Catedral, ubicada en la Ciudad episcopal de Santiago de Querétaro, Qro., el día 30 de marzo de 2018, en el marco del Año Nacional de la Juventud, Mons. Faustino Armendáriz Jiménez, Obispo de Querétaro, presidió esta celebración en el Viernes Santo, cabe destacar que hoy al inicio de la liturgia el Pastor diocesano se postró rostro en tierra e invitó a todos los presentes a arrodillarse y orar un momento en silencio, se realizó la lectura de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo según san Juan (18, 1 – 19, 42), después de la homilía de manera especial se elevó la oración por la iglesia universal, posteriormente se llevó a cabo la Adoración de la Cruz, el signo de nuestra redención. El Sr. Obispo dijo en su homilía:
“Hermanos y hermanas todos en el Señor: En la pasión según san Juan que acaba de ser proclamada (18, 1 – 19, 42), el evangelista nos narra que las últimas palabras de Jesús, antes de padecer, fueron estas: “Todo está cumplido” (Jn 19, 30). Manifestando así que, en Cristo Jesús, el Plan del Padre estaba cumplido, y con él las Escrituras. El proyecto salvífico adquiriría las cualidades de una acción terminada, de una acción llevada a su fin. Sin embargo, son palabras que dejan entrever una satisfacción plena, un gozo en el Espíritu, una alegría interior. Manifiestan la conciencia de haber cumplido fielmente hasta el final la obra para la que fue enviado al mundo (Jn 17, 4). La conciencia de haber efectuado la voluntad del Padre en la obediencia que le impulsó a la inmolación completa de Sí en la Cruz. Manifiestan que tanto dolor, amargura, suplicio y sufrimiento, valió la pena.
“Todo está cumplido” es una de las lecciones más oportunas que el Señor Jesús, colgado en el árbol de la cruz en esta tarde santísima nos da. Sobre todo cuando nos damos cuenta que, social y culturalmente, vivimos tiempos en los cuales la vida muchas veces nos deja insatisfechos, vacíos, tristes. El activismo, las presiones laborales o familiares, el clima social – político y económico, las enfermedades, el desempleo, las situaciones emocionales o sentimentales, muchas veces desembocan en estrés, depresión y otras enfermedades propias de la época, tales como el síndrome de burnout, alterando no sólo la personalidad sino las relaciones interpersonales, laborales y familiares. El frenesí de la vida nos está llevando de tal forma que cada vez disfrutamos menos lo que somos, lo que tenemos, lo que hacemos, lo que vivimos. Los niños, los adolescentes, los jóvenes y los adultos, sentimos que la vida se nos va. Cada vez somos menos contemplativos, nos da miedo detenernos para meditar y reflexionar. El silencio muchas veces nos da miedo porque es más cruel el ruido interior que el exterior.
El impacto de la social media en la vida de los jóvenes no puede ser subestimada. Sin embargo, la ambigüedad de la tecnología, se hace evidente cuando lleva a ciertos vicios. Este peligro se manifiesta por medio del aislamiento, la pereza, la desolación y el aburrimiento. Es evidente que los jóvenes del mundo están consumiendo obsesivamente productos virtuales, pero a pesar de ello y de vivir en un mundo hiper-conectado, la comunicación entre ellos permanece limitada a aquellos que son similares entre sí. La cultura mass media sigue influyendo mucho en la vida e ideales de los jóvenes. La llegada de la social media ha traído nuevos desafíos dado el grado de poder que las compañías de estos nuevos medios ejercen sobre la vida de los jóvenes.
“Todo está cumplido” Es una provocación del señorío Jesús en la cruz, que nos debe apremiar a los creyentes en Cristo, para detenernos y preguntarnos sobre los ideales e intereses que nos mueven a vivir de la forma que lo estamos haciendo. Es una provocación para que revisemos si estamos siendo felices y plenos, o por el contrario infelices e insatisfechos. Pues lamentablemente —como se ha reflexionado en días pasados en el pre sínodo— “Muchos jóvenes, al ser preguntados sobre cuál es el sentido de su vida, no saben qué responder. No siempre hacen la conexión entre vida y trascendencia. Muchos jóvenes, habiendo perdido la confianza en las instituciones, se han desvinculado de la religión institucionalizada y no se ven a sí mismos como “religiosos”. Sin embargo, los jóvenes están abiertos a lo espiritual […] Actualmente, la religión ya no es vista como la principal fuente a través de la cual el joven busca sentido, y a menudo miran hacia otras corrientes e ideologías modernas” (cf. Documento de la reunión pre-sinodal de la XV Asamblea General de Sínodo sobre los Obispos, 24 de marzo de 2018).
“Todo está cumplido”. Es una invitación que el Señor Jesús hoy nos hace a cada uno para que cada quien desde su estado de vida —padre o madre de familia, sacerdote, religiosa, profesionista, laico— descubra lo que Dios le pide en su vida y viva conforme a ello. Yendo muchas veces contracorriente. Pero confiando en el Espíritu del Señor, que se nos ha dado en día en el que fuimos bautizados.
“Todo está cumplido” Es la prueba más grande que hoy el Señor nos da, de que es posible amar hasta el extremo. Quien acoge al Señor en su propia vida y lo ama con todo el corazón es capaz de hacer lo mismo. Consigue cumplir la voluntad de Dios: realizar una nueva forma de existencia animada por el amor y destinada a la eternidad.
Pidámosle al Crucificado en esta noche que al contemplarlo y adorarlo, nos enseñe cómo le hizo para llegar al final de su vida y expresar estas palabras con tanta confianza, seguridad y gozo.
Los invito para que en su corazón y en silencio repitan conmigo estas palabras:
“¡Oh Señor!, ¿cuándo entenderé esta ley de tu vida y de la mía? La ley que hace de la muerte, vida; de la negación de sí mismo, conquista; de la pobreza, riqueza; del dolor, gracia; del final, plenitud. De la voluntad de Dios, mi voluntad. Del proyecto de Dios, mi proyecto de plenitud.
Sí, llevaste todo a plenitud. Se había cumplido la misión que el Padre te encomendara. El cáliz que no debía pasar había sido apurado. La muerte, aquella espantosa muerte, había sido sufrida. La salvación del mundo está aquí. La muerte ha sido vencida. El pecado, arrasado. El dominio de los poderes de las tinieblas es impotente. La puerta de la vida se ha abierto de par en par. La libertad de los hijos de Dios ha sido conquistada. ¡Ahora puede soplar el viento impetuoso de la gracia! El mundo en la oscuridad comienza, lentamente, a arrebolarse con el alba de tu amor.
Tú que perfeccionas el universo, perfeccióname en tu Espíritu, ¡oh Verbo del Padre, que cumpliste todo en la carne y con el martirio! ¿Podré decir en la tarde de mi vida: “Todo está cumplido, he llevado a su término la misión que me encomendaste”?
¡Oh Jesús, sea cual sea mi misión que me haya encomendado el Padre -grande o pequeña, dulce o amarga, en la vida o en la muerte-, concédeme cumplirla como Tú cumpliste todo! Permíteme llevar a plenitud mi vida”.
Una vez terminada la celebración se dispusieron todos a participar en la Procesión del silencio, que se llevó a cabo en el primer cuadro del centro histórico, en esta Cuidad Episcopal.