1. La Constitución Litúrgica ‘Sacrosanctum Concilium’ (SC) nos ofrece una comprensión teológica de la Liturgia en clave de Historia de la Salvación y como un momento interno de la misma, “pues cada vez que celebramos este memorial de la muerte de tu Hijo, se realiza la obra de nuestra salvación” (Papa San León Magno).
No debemos entender la Liturgia como un mero recuerdo nostálgico de la obra salvadora de Cristo, sino como su realización sacramental. Por eso el término ‘HOY’ (hodie) es una palabra preferida en esta visión teológica, ya que equivale a decir ‘aquí y ahora’ afirmando la presencia actual y multiforme de Cristo en su Iglesia: ‘está presente en el Sacrificio de la Misa, en la persona misma del Ministro, en las Especies Eucarísticas, en sus Sacramentos, en su Palabra, y en medio de la Asamblea reunida’ (cf. SC 7).
2. La Liturgia es un acontecimiento dinámico, de diálogo entre Dios y la comunidad reunida. La SC señala un doble movimiento interno: descendente y ascendente, de iniciativa de Dios y respuesta humana, de glorificación y santificación: “En efecto, en la Liturgia Dios habla a su pueblo; Cristo sigue anunciando el Evangelio. Y el pueblo responde a Dios con el canto y con la oración” (SC 33,1).
La SC ilumina el doble aspecto: Cristológico-Eclesial del culto cristiano, la doble ‘epifanía’ de Cristo y de su Iglesia, que se verifica eminentemente en la Asamblea Eucarística: en ella Cristo actualiza su Misterio Pascual de Muerte y Resurrección y el pueblo de los bautizados se nutre con abundancia en las fuentes de la salvación (cf. SC 5-8).
3. La Liturgia, siempre dinamizada internamente por la Historia de la Salvación, es la celebración —aquí y ahora— del Misterio Pascual, a través del ejercicio del Sacerdocio de Cristo. Este concepto es fundamental para entender la naturaleza de la Liturgia.
4. El Misterio Pascual es una expresión con la que designamos el núcleo esencial de nuestra fe cristiana. Su contenido nunca ha sido ignorado en la Historia de la Iglesia; pero su concepto prácticamente fue marginado o desconocido por mucho tiempo para la Teología.
Lo que nosotros entendemos por “Misterio Pascual”, la Teología clásica lo llamó “Dogma de la Redención”.
No cabe duda que las palabras en sí mismas pueden imponer a las ideas significados muy diversos, ofreciendo posibilidades varias de asociación o de síntesis.
a) La Redención y el Misterio Pascual.
“REDENCIÓN” es una palabra abstracta.
“MISTERIO PASCUAL” hace referencia a un acontecimiento, a una fiesta; une la realidad teológica con la realidad litúrgica por el rito de la Pascua.
La salvación que los hombres recibimos en Cristo es la realización de una promesa y espera, que se transmitió a lo largo de los siglos con la etapa preparatoria salvífica del Antiguo Testamento: significativamente por el rito hebreo de la Pascua.
Su cumplimiento en Cristo se verificó en conexión con esta misma fiesta.
Por lo tanto, la PASCUA quedó unida para siempre con el misterio de la salvación en Cristo, que hunde sus raíces en el Antiguo Testamento.
LA PASCUA es la síntesis las dos Alianzas.
b) Unión dinámica entre muerte y resurrección:
“Redención” es un término jurídico que evoca la compra de un esclavo mediante un precio; es además un término más bien negativo, en el sentido de que indica la situación de la que es recuperado el ser humano (pecado, muerte), más que la nueva situación a la que es conducido.
“Pascua” evoca a la vez el paso del Señor por su pueblo para salvarlo y el paso mismo de este pueblo de la esclavitud a ser el pueblo de Dios.
La característica del Misterio Pascual es la unidad que se establece entre muerte y vida, entre pasión y resurrección.
El que habla de “redención” piensa ante todo en la pasión y muerte de Cristo (la resurrección aparece en esa visión teológica casi como un apéndice externo); por el contrario el que habla de “Misterio Pascual” piensa en primer lugar en Cristo Resucitado.
La Resurrección aparece como el término y el fin en el que culmina todo el Misterio de Salvación. De hecho, el MISTERIO PASCUAL ha sido el centro del KERYGMA primitivo: Cristo inició una “nueva creación” de la que, ya desde ahora, nos ha hecho partícipes.
c) El Misterio de la Pascua en la Liturgia y en la vida.
Después de la prefiguración (la pascua hebrea rito y acontecimiento), y su realización (en la Muerte y Resurrección de Cristo), la obra de la salvación continuada por la Iglesia se realiza y actualiza en la Liturgia (cf. SC 6).
Pbro. José Guadalupe Martínez Osornio Publicado en el periódico «Diócesis de Querétaro» del 21 de septiembre de 2014