A los 17 años, Jorge Mario Bergoglio decidió ingresó al Seminario de Buenos Aires, pero un año después lo abandó para ingresar a la Compañía de Jesús. ¿Por qué este cambio? ¿Cómo influyó en su personalidad? ¿Cómo se refleja en su Pontificado romano?
El joven Bergoglio entró al noviciado de la Compañía de Jesús en el seminario del barrio de Villa Devoto (11 marzo 1958). Él mismo explica sus motivos que lo impulsaron a ser jesuita. “Entré en la Compañía de Jesús atraído por su condicion de fuerza de avanzada de la Iglesia, hablando en lenguaje castrense, desarrollada con obediencia y disciplina” (S. Rubin – F. Ambrogetti, El jesuita, 2010).
¿Qué significa ser jesuita? Aunque se trata de una realidad muy rica en perspectivas, señalaremos sólo dos. Por una parte, desde el siglo XVI la Compañía de Jesús se ha dedicado a la educación de alta calidad, con excelentes resultados. Y, por otra, desde la época del Concilio Vaticano II, los jesuitas se han dedicado con especial esmero a llevar el Evangelio a los pobres y a los marginados sociales. Ambas cualidades las vemos en el Papa Francisco.
En cuanto a su formación, Jorge Mario terminó los estudios en humanidades en el seminario jesuita de Santiago de Chile. Poco más tarde, en 1963, regresó Argentina, y se licenció como filósofo en el Colegio de San José (Buenos Aires). De 1964 a 1965, continuó su noviciado, mientras daba clases de literatura y psicología en el Colegio del Salvador (Buenos Aires).
De 1967 a 1970, Bergoglio estudió teología y se doctoró en el Colegio San José. Un año antes, el 13 de diciembre de 1969, había recibido la ordenación sacerdotal de manos del arzobispo emérito de Córdoba, Mons. Ramón José Castellano. Continuó su preparación en Alcalá de Henares (España), de 1970 a 1971. Y fue hasta el 22 de abril de 1973 cuando emitió la profesión perpetua.
Podemos ver la amplia formación humanística y la importante experiencia docente del futuro Papa, que lo prepararon para el diálogo con personas de otras religiones y con personas no creyentes. Por eso, hoy, Francisco ha tenido mucha aceptación por parte de otros líderes religiosos.
Otro aspecto de la formación del Padre Bergoglio es su experiencia en el gobierno de los jesuitas. El 31 de julio de 1973 fue nombrado Provincial de toda la Argentina, cargo que ocupó seis años. Después fue nombrado por segunda vez rector del Colegio de San José, de1980 a 1986. Como no tenía terminada la tesis doctoral no pudo continuar como rector del Colegio, y tuvo que viajar a Alemania en 1986, para concluir su investigación académica.
A su vuelta, fue enviado al Colegio del Salvador, en Buenos Aires; y más tarde fue asignado a la iglesia de la Compañía ubicada en la ciudad de Córdoba, como director espiritual y confesor.
Sin duda, esta experiencia de gobierno como Provincial y luego como rector, fueron una excelente preparación para su futuro ministerio como arzobispo de Buenos Aires, y ahora para gobernar la Iglesia universal.
Mons. Bergoglio fue un obispo muy comprometido con los pobres y marginados de Buenos Aires, a los que visitaba con frecuencia y a quienes dedicó muchos esfuerzos tanto espirituales como económicos.
Esta preocupación social ha marcado el inicio del Pontificado romano del Papa Francisco, quien ha enfatizado la necesidad de que cada católico se abra a las “periferias existenciales”: no sólo a los pobres, sino también a los que no creen. Así vemos como la formación jesuita ha forjado la personalidad y el ministerio de Jorge Mario Bergoglio.