Si me preguntan: ¿crees en la felicidad? Diría que no. Sólo creo firmemente que existen personas felices; hombres, mujeres y familias felices.
Dolly está casada con Alfredo desde hace 52 años. Un matrimonio plenamente realizado. De esos que todavía existen en nuestro querido México y que nos hacen exclamar a los cuatro vientos ¡Ya ven, sí se puede! Sus seis hijos siguen, con la gracia de Dios, el ejemplo de sus padres en sus respectivos matrimonios.
Alfredo dice con sencillez:
—No he hecho nada para que mi familia sea así.
Pero esto no es fruto de la casualidad. Hay elementos que han ido fraguando poco a poco este hogar que ha sido bendecido por Dios.
En primer lugar, es evidente que el Señor ha estado presente. En el altar familiar no falta nada: imágenes de Jesús, de María, del Santo Padre, cruces, rosarios, el agua bendita… y el cirio. Ese cirio desgastado, desparramado al encenderlo una y otra vez, para orar en familia al Padre en los momentos más importantes de la vida. Dios ha sido y es el centro de esta hermosa familia.
La convivencia frecuente ha formado lazos de unidad familiar. Dolly dice con tono entre nostalgia y alegría:
—Tengo cuatro hijos que viven en la misma ciudad y mis dos hijas que viven fuera. Sin embargo, doy gracias a Dios porque tengo cuatro nueritas maravillosas.
La unión no es algo que surge espontáneamente. Es el resultado de un constante esfuerzo por parte de cada uno de los miembros de la familia.
Finalmente, en ese hogar se palpa y se respira la caridad. Los nietos, desde los más grandes hasta los más pequeños, saludan con gran aprecio y cariño: ¡Hola, Abue chulo! ¡Hola, Abue chula! Aquí hay respeto y cercanía. Unidad en la diversidad. Servicio. Comunicación. Armonía. Existe algo que podríamos resumir en una sola palabra: amor.
Para los hijos, el ejemplo de los padres es fundamental. No es cierto, Alfredo, que no se haya hecho nada. Se ha construido mucho, con la ayuda de Dios. ¿El resultado? Hombres, mujeres, niños y niñas felices. Una hermosa familia feliz.
Pbro. Laureano López Saloma Publicado en el periódico «Diócesis de Querétaro» del 21 de septiembre de 2014