En la entrevista que el Papa Francisco dio en días recientes (16 de agosto) al Director de la revista italiana «La civiltà cattolica», padre Antonio Spadaro SJ, intitulada : “Busquemos ser una Iglesia que encuentra caminos nuevos”, el Papa afirmó entre otras cosas acerca del papel de la mujer en la Iglesia: “Es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia. Temo la solución del ‘machismo con faldas’, porque la mujer tiene una estructura diferente del varón. Pero los discursos que oigo sobre el rol de la mujer a menudo se inspiran en una ideología machista. Las mujeres están formulando cuestiones profundas que debemos afrontar. La Iglesia no puede ser ella misma sin la mujer y el papel que esta desempeña. La mujer es imprescindible para la Iglesia».
Probablemente a partir de estas afirmaciones y otras parecidas, diversa personas* han pretendido ver en estas palabras la decisión del Papa de «crear» mujeres cardenales en el próximo consistorio que ha anunciado para febrero del año próximo. Tales afirmaciones en los ejemplos citados, me parecen contaminadas de imprecisiones al menos jurídicas y teológicas. Ha sorprendido sobre todo a algunas personas el que la articulista de «L’Osservatore Romano», Lucetta Scaraffia, haya «aprobado» tal teoría (su artículo apareció en Il Messagero). En realidad ella dice que si el Papa realizara ese cambio «no sorprendería mucho en el fondo» después de las recientes afirmaciones que el Pontífice ha hecho. Es cierto que en su texto cuestiona fuertemente la ausencia de la mujer en los lugares de decisión en la vida interna de la Iglesia, pero eso es algo que el mismo Pontífice expresó en la entrevista arriba citada: «En los lugares donde se toman las decisiones importantes es necesario el genio femenino. Afrontamos hoy este desafío: reflexionar sobre el puesto específico de la mujer incluso allá́ donde se ejercita la autoridad en los varios ámbitos de la Iglesia”. Pero esto no significa que el Pontífice haya anunciado que habrá mujeres Cardenales, tampoco es una afirmación de la superioridad del varón sobre la mujer, pues él mismo afirma en la citada entrevista: «María, una mujer, es más importante que los obispos. Digo esto porque no hay que confundir la función con la dignidad».
Lucetta Scaraffia después de un alejamiento de la Iglesia ha regresado y desde su ámbito profesional (historiadora, articulista, etc.) aporta elementos para reflexionar sobre el papel de la mujer en la Iglesia y en el mundo, sobre todo en: «Mujer Iglesia Mundo», que aparece mensualmente en las páginas de L’Osservatore Romano» en su edición cotidiana.
Por otra parte, me parece que el trasfondo del tema es esa ideología de una visión de los derechos humanos mutilada, relativista y laicista que ella misma ha denunciado al afirmar que una cierta visión del mundo «parece querer sustituir toda tradición religiosa por la ética laica fundada en los derechos humanos, concebidos como negociables y modificables. Es una ética que tiende a configurarse como una religión que comprende, y supera, a todas las demás, y que debería garantizar el progreso universal y la convivencia pacífica de cualquier forma de diversidad» (Rocella, E.-Scaraffia, L; Contra el Cristianismo. La ONU y la Unión Europea como nueva ideología. Madrid 2008. Cristiandad, p. 12). Una visión de la que ha advertido el Papa cuando afirma que no hay que confundir la función con la dignidad.
Por lo demás, la legislación actual de la Iglesia afirma en el canon 351 § 1: «Para ser promovidos a Cardenales, el Romano Pontífice elige libremente entre aquellos varones que hayan recibido al menos el presbiterado y que destaquen notablemente por su doctrina, costumbres, piedad y prudencia en la gestión de asuntos; pero los que aún no son Obispos deben recibir la consagración episcopal».
Pbro. Filiberto Cruz Reyes