La oración que se ha formulado para invocar la luz de Dios para esta XCVI Asamblea Plenaria del Episcopado mexicano, nos ayuda elevar nuestra súplica confiada: “Haz que todos los bautizados, como discípulos y misioneros de Cristo, comuniquemos a los que nos rodean la luz de la fe en ti, en quien nos podemos apoyar… para construir la vida y edificar una sociedad que avance hacia el futuro con paz y esperanza”.
Esto nos recuerda la necesidad de cimentar nuestros proyectos en Dios, en la oración, y a lanzarnos a realizar la tarea que nos toca a los bautizados, en una espiritualidad de la comunión que asegure los frutos en los campos de la evangelización.
La nueva evangelización, nuestro tema en esta Asamblea Episcopal, continuará siendo un reto y una búsqueda que de alguna manera es clarificada con la ruta que nos marca el proyecto que ya se tiene en la CEM, y que hemos asumido para impulsar de manera comunional la Misión Continental permanente; es interesante recordar el esperanzador objetivo que ha dado tantas luces en los procesos que vamos implementando y en la orientación “decididamente misionera” que le vamos dando a nuestra tarea pastoral: “Promover, animar y acompañar bajo el impulso del Espíritu Santo la vocación de todo cristiano a ser misionero, para fortalecer desde el encuentro con Cristo, la vida y la misión de la Iglesia, en este tiempo de gracia y desafíos que vive el país”.
La precisión de este objetivo nos ayuda a orientar los diversos objetivos en la programación pastoral y misionera de nuestras Iglesias particulares, junto con las pautas que en los objetivos específicos encontramos, a manera de líneas de acción que ayudan a fortalecer los caminos de la misión; de manera especial, subrayo la necesidad de que la Palabra de Dios sea la luz y la fuerza, a fin de que nos motive a acoger la orden de Jesús, “Vayan por TODO el mundo y proclamen la Buena Noticia a TODOS…” (Mc. 16, 15), pero también para abrir brecha en las periferias existenciales y en los corazones a quienes, casa por casa, comunidad tras comunidad, le proclamemos el amor de Dios. El texto del proyecto de la misión en México señala que es necesario “reforzar con la Palabra de Dios, los procesos de formación cristiana, integral y permanente”.
La nueva evangelización no justificará nunca que nos quedemos con los brazos cruzados, sino que será permanentemente un imperioso llamado a acoger la invitación de Jesús a “salir”, todos sin excepción, porque “ninguna comunidad puede excusarse de entrar decididamente con todas sus fuerzas, en los procesos constantes de renovación misionera y de abandonar las estructuras caducas que ya no favorezcan la transmisión de la fe” (DA 365). En el Instrumentum Laboris del Sínodo de 2012 sobre la Nueva Evangelización se dice con claridad que: “La Nueva Evangelización consiste en imaginar situaciones, lugares de vida y acciones pastorales, que permitan a estas personas salir del “desierto interior”… Tener el coraje de introducir el interrogante sobre Dios dentro de este mundo… tener el valor de dar nuevamente cualidad y motivos a la fe de muchas de nuestras Iglesias de antigua fundación: esta es la tarea específica de la Nueva Evangelización” (n. 86).
Es cierto que la misión es cuestión de conversión, por ello, solamente una comunidad de discípulos, es decir de quienes viven el esfuerzo permanente por asumir el estilo de vida de Jesús en el camino, de lucha y discernimiento, de la conversión pastoral buscará con pasión creciente acercarse a conocer los rostros que nos duelen en una realidad que es necesario tocar de manera personal. Por ello el proyecto nacional de la Misión, anota que: “Entrar en el dinamismo de una misión permanente, supone un proceso pedagógico con un itinerario pastoral en que podamos formar el corazón del discípulo misionero en todos… exige una conversión pastoral, es decir la audacia de hacer más evangélica, discipular y participativa, la manera como pensamos y realizamos la pastoral”.
La urgencia de la Nueva Evangelización la asumimos, al dedicar esta semana a buscar caminos para implementar procesos, escuchando la desafiante voz del Papa Francisco, dirigida al Episcopado Brasileño el 27 de junio de 2013: “Sobre la misión se ha de recordar que su URGENCIA proviene de su motivación interna: la de transmitir un legado; y sobre el método… para transmitir el legado hay que entregarlo personalmente, tocar a quien se le quiere dar, transmitir este patrimonio” y lo explica diciendo, que la misión es un legado que hay que entregarla de manera personal, a la manera de una estafeta, que no se puede tirar, ya que debemos darla personalmente al compartirla.
Oremos especialmente a lo largo de esta semana de Asamblea Plenaria, invocando a Dios que “todos los bautizados, como discípulos misioneros de Cristo, comuniquemos a los que nos rodean la luz de la fe en ti…”.
† Faustino Armendáriz Jiménez Obispo de Querétaro