Muy estimado hermano en el episcopado, Mons. Florencio Olvera Ochoa, excelentísimos Señores Obispos, queridos hermanos sacerdotes, hermanos y hermanas todos en el Señor:
La feliz ocasión de encontrarnos reunidos en esta tarde para celebrar el 80° Aniversario del Nacimiento de usted Mons. Florencio Olvera Ochoa, es una oportunidad propicia para reconocer que la vida es un don precioso de Dios, mediante el cual todos podemos experimentar su amor y la llamada que Dios nos hace para participar de su gracia, a través de la filiación adoptiva y también hacer nuestro el proyecto de salvación mediante la fe en Jesucristo, único salvador del mundo.
Muy estimado Señor Florencio, esta tarde queremos unirnos a su acción de gracias por todos los beneficios que Dios le ha concedido a largo de su vida. Lo queremos hacer como un gesto de afecto, de amistad y fraternidad.
Queremos reconocer su incansable labor y servicio a la Iglesia como “discípulo y misionero de Jesucristo”. Su vida no enseña que ser fiel significa creer que ni la Palabra, ni las ovejas, ni la Iglesia son propiedad del siervo, sino sólo del Señor, y que el siervo no es sino administrador con el deber de actuar en consecuencia; Su vida nos enseña a creer que la Iglesia es el Cuerpo mismo de Cristo que los pastores hemos de conducir, con todos sus miembros, hacia Jesucristo, y por medio de Él, al Padre, introduciéndoles en la verdad y en la libertad que deriva de la verdad. Su vida nos enseña que ser fiel significa creer que sólo Cristo tiene palabras de vida eterna, y que son esas las palabras que el siervo del Señor debe proclamar y entregar a las gentes como experiencia vivida, con creatividad y dinamismo; con un lenguaje, un método y un ardor siempre nuevos, y con una fidelidad no motivada por el miedo o la pasión, sino por el amor y la prudencia buena que brota del amor.
Sabemos muy bien que el fundamento de su vida, de su existencia, de su trabajo y de sus inspiraciones pastorales ha sido “Jesucristo, ayer, hoy y siempre” (cf. Heb 13, 8). Quien le ha llevado testimoniar la fe cristiana, la fe en el Amor pleno, en su poder eficaz, en su capacidad de transformar el mundo e iluminar el tiempo (cf. Lumen Fidei, 15).
Reciba esta celebración festiva con todo nuestro afecto y con la sinceridad de nuestro corazón. Esperamos que la Providencia de Dios nos permita gozar de su presencia muchos años más y enhorabuena, le deseamos lo mejor.
¡Muchas felicidades! ¡Ad multos annos vivas!
† Faustino Armendáriz Jiménez Obispo de Querétaro