¡Átame!

VI DOMINGO DE PASCUA
Jn 15, 9-17

El Palabra de Dios de este domingo viene en consonancia con el domingo anterior, ya que Jesús nos va manifestando de una manera clara cuales son los rasgos de un verdadero discípulo suyo.

Jesús parte de una afirmación fuerte que dice: “Como el Padre me ama así los amo yo. Permanezcan en mi amor”. Pero surge una pregunta: ¿Cómo vamos a permanecer en el amor de Jesús? La respuesta es muy clara si continuamos la lectura encontramos inmediatamente que la única forma de permanecer en su amor es cumpliendo sus mandamientos, de esta manera la obediencia a la voluntad de Dios es esencial en la vida de todo discípulo del Señor, porque la alegría de cumplir sus mandatos será un distintivo fundamental de todo el que quiere seguirlo, en cualquier estado de vida y este será una característica de aquel que se ha encontrado con Jesús; la alegría viene de sentirse amado por Dios.

Otro elemento de suma importancia es cumplir con el mandato de: “Amarnos los unos a los otros como Él nos ha amado”. Esto nos lleva sin lugar a dudas a tener un amor tan grande que demos la vida por nuestros amigos, ser amigo de Jesús implica estar íntimamente unido a Él; somos consciente de que somos de Él: «Ninguno de ustedes vive para sí y ninguno muere para sí. Que si vivimos, vivimos para el Señor; y si morimos, para el Señor morimos. En fin, que tanto en vida como en muerte somos del Señor» (Rm. 14, 7 a 8).

Así lo entendió el sacerdote carmelita Salvador Rivera, que al iniciar su ministerio le pidió al Señor, «Si te he de fallar ¡Átame!», es decir, «si tú consideras que debes atarme para que viva en fidelidad en mi vida sacerdotal ¡Átame!». El hermano era un excelente nadador, y en una ocasión le fallan los cálculos y al tirarse al agua en un estanque, se golpea la cabeza y queda inválido toda su vida. En esta situación realizó una fructífera labor evangelizadora, aceptando su situación y dándole gracias a Dios porque le había tomado la palabra. Lo ató de esta manera, conservándole consagrado totalmente, viviendo para el Señor. Permanecer en el amor de Dios, unido a él, incluso en una situación tan difícil, lo llevó por los caminos de la santidad, como elegido de Dios.

«No son ustedes los que me han elegido, soy Yo quien los he elegido a ustedes». Esta es la iniciativa del Señor, una forma diferente de llamarnos, de invitarnos a seguirlo, de tal manera que demos frutos abundantes; estos frutos no se darán si nosotros no ponemos de nuestra parte. Él toma en serio nuestras propuestas cuando nos dejamos elegir por Él, cuando nos dejamos atar por Él, es decir cuando realmente queremos permanecer en Él.

Ser cristiano es, estar dispuesto a amar. Si los discípulos de Jesús nos decidiéramos a amar a Dios y a nuestros hermanos, el mundo recibiría un impacto muy grande. Lo que pasa es que hemos recibido el mandato del Señor y lo hemos archivado. Gracias a Dios, en la Iglesia hay maravillosas prácticas de amor a Dios y a los hombres: leproserías, hospitales, asilos, se ve por los ignorantes, por los arrinconados, por los enfermos, por los que no tienen nombre, ni cargo, ni nada. En este mandamiento de Cristo, que hoy nos repite Juan en el Evangelio, está el secreto del cristianismo.

† Faustino Armendáriz Jiménez
IX Obispo de Querétaro