1er. Domingo de Cuaresma – Ciclo C
1. Lectura del Texto: Lc 4,1-13
(Se pide la luz del Espíritu Santo)
¡Oh, bienvenido seas, Paráclito eternal, que con tus dones nos nutres y recreas! Lluevan tus bendiciones sobre nuestros contritos corazones. Si alguna vez caemos, tú a levantarnos ven, y tú guíanos y alúmbranos si no vemos, y, si el pecho se enfría, ven y tu calor santo en él envía. Ven y nos fortalece, si alguna vez nuestro valor flaquea, y tu ley enderece el pie, si se ladea, si tímido se para o titubea. El fuego centelleante, que sobre los apóstoles ardía, al pecho de diamante, al alma seca y fría, ablande y de calor en este día. Y unidos y enlazados en tus lazos, Amor omnipotente, de pueblos apartados haz una sola gente, un corazón, un alma solamente. Amén.
(Cada uno lee en su Sagrada Escritura)
En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó del Jordán y conducido por el miso Espíritu, se internó en el desierto, donde permaneció durante cuarenta días y fue tentado por el demonio.
No comió nada en aquellos días, y cuando se completaron, sintió hambre. Entonces el diablo le dijo: “Si eres el Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan”. Jesús le contestó: “Está escrito: No sólo de pan vive el hombre”. Después lo llevó el diablo a un monte elevado y en un instante le hizo ver todos los reinos de la tierra y le dijo: “A mí me ha sido entregado todo el poder y la gloria de estos reinos, y yo los doy a quien quiero. Todo esto será tuyo, si te arrodillas y me adoras”. Jesús le respondió: “Está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a él sólo servirás”. Entonces lo llevó a Jerusalén, lo puso en la parte más alta del templo y le dijo: “Si eres el Hijo de Dios, arrójate desde aquí, porque está escrito: Los ángeles del Señor tienen órdenes de cuidarte y de sostenerte en sus manos, para que tus pies no tropiecen con las piedras”. Pero Jesús le respondió: “También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios”. Concluidas las tentaciones, el diablo se retiró de él, hasta que llegara la hora. Palabra del Señor.
Repasar el texto leído
(El coordinador hace las preguntas a los participantes indicándoles el número de versículo o versículos donde se encuentra la respuesta)
- ¿De qué estaba lleno Jesús y quién lo condujo al desierto? v.1
- ¿Cuánto tiempo duró Jesús en el desierto y que le hizo el diablo? v.2
- ¿Cuál fue la primera tentación? v.3
- ¿Qué respondió Jesús a la primera tentación? v.4
- ¿A dónde llevó el diablo a Jesús para mostrarle los reinos de la tierra y qué le dijo? vv.4-6
- ¿Cuál es la condición que le puso el diablo para darle los reinos de la tierra? v.7
- ¿Cuál fue la respuesta de Jesús? v.8
- ¿En qué lugar del templo puso el diablo a Jesús y que le pidió? vv.9-11
- ¿Qué respondió Jesús a la propuesta del diablo? v.12
- ¿Qué hizo el diablo después de probar a Jesús? v.13
Explicación del texto
Cuando Jesús fue bautizado por Juan vino sobre él en forma visible el Espíritu Santo, así se mostró como Hijo de Dios, enviado como Mesías Salvador para llevar a los hombres a la plenitud de la filiación divina. Ahora en la escena de las tentaciones Jesús aparece también como verdadero hombre, emprende su misión en profunda relación y obediencia al Padre del cielo que lo ha enviado. Jesús revive en este pasaje la experiencia del pueblo de Israel en el desierto durante el éxodo (Dt 8,2). El desierto es el lugar desolado, habitado por demonios y fieras salvajes (Lv 16,22), pero Jesús vence todos los poderes hostiles, su mesianismo hace posible el nuevo orden cósmico del que habla Isaías (11,6-9).
Jesús es llevado por el Espíritu al desierto, lo acompaña durante los cuarenta días, y sólo después de este tiempo de comunión el Padre en la oración comienza su combate con el mal. La fuerza de Dios se enfrenta al mundo de los poderes diabólicos. Si tú eres el Hijo de Dios: la tentación se refiere al tipo de Mesías que Jesús quiere ser, no viene a ganarse a la gente dándole lo que desea de inmediato, sino que viene a enseñar que también se debe aceptar el sufrimiento como una exigencia por amor de los ideales divinos. No sólo de pan vive el hombre: Jesús responde con Dt 8,3, la vida es un don y para vivir no sólo se necesita el pan material sino la providencia divina.
El demonio en una visión presenta a Jesús todos los reinos del mundo, Lucas alude claramente a los dominios políticos. Se retoma la idea de san Juan de que el mundo está bajo el poder del demonio (Jn 12,31; 14,30; 16,11;) se libra una batalla a muerte de proporciones cósmicas (Ap 13,1-8). Jesús rechaza un mesianismo político.
El demonio lleva a Jesús a Jerusalén, la ciudad de Jerusalén es el punto culminante en el relato de las tentaciones. Lucas presenta todo el ministerio de Jesús como un viaje a la ciudad santa; pero la verdadera Jerusalén que realiza todas las esperanzas proféticas será el mismo Jesús. El demonio le pide que ponga a prueba a Dios, Jesús rechaza ser un Mesías de la ostentación y lo maravilloso, a pesar de que esta es la clase de Mesías que muchos querían. A la salvación se llega por el camino humilde y a veces doloroso de la fe. Terminada toda tentación: Jesús alcanza su propia perfección a través de la experiencia de todas las tentaciones. Como hombre, Jesús cumple su función mesiánica y vence al maligno en nombre de todos los humanos. Aún cuando el demonio retorna al final, en el relato de la pasión, Jesús muere como hombre en paz y con fortaleza; la victoria parece ya asegurada. Todo su ministerio público servirá para demostrar que el camino de la cruz lleva a la victoria.
2. Meditación del Texto
(Cada participante comparte su reflexión personal)
Con el miércoles de ceniza hemos iniciado el tiempo de cuaresma, es un camino propicio para la conversión personal y comunitaria que se intensifica dura cuarenta días. Como el pueblo de Israel y con Jesús estamos llamados al desierto, a nuestro interior, lugar del silencio y de oración donde descubrimos pruebas y tentaciones que nos asechan para apartarnos de Dios. Hoy Jesús nos invita a ser vencedores, con la gracia del Espíritu Santo y con la palabra de Dios en los labios y en el corazón somos capaces de rechazar y vencer al mal.
Jesús es tentado por el maligno en su misma identidad de Mesías Hijo de Dios. El demonio utiliza la Sagrada Escritura para pedirle que realice milagros espectaculares y sin motivo, queriendo hacer de él un Mesías de acuerdo a los deseos personales de muchos. Convertir las piedras en pan no es lo más importante para Jesús, porque no es el hambre material lo que viene a saciar, eso se remedia con el trabajo de cada día, es una tarea del hombre. Jesús viene a saciar todas las aspiraciones más profundas: el deseo de felicidad, de perfección, de trascendencia, de eternidad, que por sí sólo el hombre no puede saciar y que las cosas materiales no satisfacen. Por eso dice que no sólo de pan vive el hombre sino también de la Palabra de Dios encarnada que es Jesús mismo, el pan de la vida y para la vida; quien lo come en el sacramento de la Eucaristía nunca tendrá hambre y nunca tendrá sed, tendrá vida eterna. No caigamos en la tentación del consumismo, trabajemos también por el alimento que no se acaba y que tiene duración eterna en el cielo.
Jesús fue llevado por el maligno a un monte, el monte es el lugar de encuentro con Dios, ahora el maligno quiere adueñarse de ese lugar, a cambio está dispuesto a dar poder y gloria de los reinos de este mundo. Son muchos los ídolos (cosas y personas) que quieren tomar el lugar de Dios. A cambio de poder y de fama muchos hombres están dispuestos a lo que sea, incluso a perder su propia libertad de hijos de Dios. Muchos dejándose seducir por el poder económico, político, y hasta religioso, viven postrados y esclavizados a sus propios apetitos desordenados. El maligno no desea el bien de los hijos de Dios, quiere verlos humillados arrastrándose en el suelo a sus pies, cegados por sus más bajas pasiones, hasta destruirlos. El reino que Jesús nos ofrece no es de este mundo, es de arriba en el cielo, pero se gana viviendo aquí en la tierra con dignidad y valentía. Por eso nos enseñó que de nada le sirve al hombre ganar el mundo si se pierde a sí mismo, y que él es el camino, la verdad y la vida.
El demonio sigue invitando a los hombres de hoy a dudar de Dios, a ponerlo a prueba, como lo hizo con Jesús, esa era la verdadera intención maligna. Muchos también hoy acuden a Dios para pedir un milagro, o sólo acuden cuando tienen alguna necesidad apremiante, y cuando ven que no se realiza lo que piden entonces terminan por alejarse de él. No tentar a Dios significa confiar en él, reconocerlo como nuestro Padre, poner la vida en sus manos, pues él ya sabe lo que necesitamos antes de pedirlo. Por eso Jesús nos enseñó a orar diciendo: “Padre nuestro, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”…
Si estamos fortalecidos con la Palabra de Dios, el demonio no tiene más que alejarse, entonces estamos fuertes en la fe. Tomados de la mano con Jesús, pidiendo cada día la fuerza del Espíritu Santo venceremos al mal, él nos enseñó a triunfar haciendo el bien.
3. Compromiso Personal y Comunitario
(Cada participante propone algún compromiso personal o comunitario que surja a partir de la reflexión del texto)
- Hacer un buen examen de conciencia y acercarse al sacramento de la reconciliación.
- Participar con mayor frecuencia en la santa Misa.
- Hacer del ayuno una mortificación que fortalezca la voluntad para vencer las tentaciones, especialmente de los bienes materiales.
- Dar limosna a quien la necesita como un signo de desprendimiento y de confianza en la providencia de Dios.
- Intensificar la oración personal, de tal manera que crezca la confianza y la comunión con Dios.
4. Oración
(Se da gracias a Dios por el encuentro con él y con los hermanos a través de la Sagrada Escritura, y se pide su ayuda para cumplir los compromisos)
Si vienes conmigo y alientas mi fe, si estás a mi lado a quién temeré. A nada tengo miedo, a nadie he de temer, Señor si me protegen tu amor y tu poder. Me llevas de la mano, me ofreces todo bien, Señor tú me levantas si vuelvo a caer. Qué largo mi camino, qué hondo mi dolor: Ni un árbol me da sombra, ni escucho una canción. ¿Será que a nadie puedo mirar sin sonreír? Señor, Tú sólo quedas, Tú sólo junto a mí. En cosas que se mueren yo he puesto el corazón, fue tierra mi tesoro, fue vana mi ilusión; en cosas que se mueren me voy muriendo yo: Tú sólo vienes siempre, Tú sólo mi Señor.