Había nacido en Normandía, y tenía de todo, menos simpatía en su cara y en sus gestos. Era de un natural brusco. Era un predicador con voz de trueno. Pero Dios es capaz de sacar santos de las piedras, y nunca mejor dicho. A los 22 años se hace salesiano. A los 40 tiene una enfermedad que le mete en la cama durante dos años. En este tiempo tiene ocasión de pensar en serio sobre el tono que ha de dar a su vida. Conoce a una mujer, María des Vallées, que será para él una valiosa ayuda. Durante 15 años será una inspiradora feliz de todas las iniciativas que han de salir de su imaginación.
Las ideas que antes eran confusas, se van aclarando en su mente. Y así nacen dos instituciones: una congregación de religiosos destinados a la formación del clero en los seminarios, y otra congregación de religiosas cuya misión será la recuperación de mujeres arrepentidas.
Al mismo tiempo compone un oficio en honor del Sagrado Corazón de María, y comienza la propagación del culto de los Sagrados Corazones. Todo ello le impulsa a dejar el Oratorio para dedicarse a su propia labor.
Hoy quedan sus dos congregaciones: los Padres Eudistas y las Hermanas del Buen Pastor. También nos quedan 12 tomos imponentes de sus obras. Su oficio del Corazón de Jesús es anterior a las revelaciones de Parayle Monial.