Era hija de Pedro III de Aragón, nieta de. Jaime I el Conquistador y sobrina de santa Isabel de Hungría o de Turingia. Dionisio, el rey de Portugal, la deseó en matrimonio por su gran belleza, ella fue humilde con su marido pero no por eso aminoró sus esfuerzos en la oración con Dios,
Isabel, mediante un fiel paje, hacía obras de caridad, pero llegó a oídos del rey, quien tendió una trampa al recadero, el mandatario mandó arrojar al horno a una persona que venía de realizar un recado, pero un cruce de personas por el camino de regreso, hizo que echaran al horno a la persona equivocada. Este contratiempo que el rey comprendió como juicio de carácter divino, lo hizo recapacitar, de modo que a partir de aquel instante, siempre sería fiel a su esposa.
El enviudar la reina, entrega su vida a un convento de clarisas, dedicándose a la oración y al cuidado de los pobres, hasta su muerte, acaecida el 4 de julio de 1336.