SANTO DEL DÍA: NUESTRA SEÑORA DE LORETO.

𝗛𝗼𝘆 𝗲𝘀 𝗹𝗮 𝗳𝗶𝗲𝘀𝘁𝗮 𝗱𝗲 𝗡𝘂𝗲𝘀𝘁𝗿𝗮 𝗦𝗲𝗻̃𝗼𝗿𝗮 𝗱𝗲 𝗟𝗼𝗿𝗲𝘁𝗼.
La Iglesia celebra cada 10 de diciembre la fiesta de la Virgen de Loreto, en honor a la Virgen bajo la advocación que recuerda el misterio de la Encarnación.
El Santuario de Loreto se encuentra en la localidad italiana del mismo nombre. Desde la Edad Media, se venera en ese Santuario la Santa Casa de Loreto, una construcción que la piedad popular ha identificado con la misma casa de Nazaret en la que vivió Jesús junto a sus padres José y María. En ella se habría producido la Anunciación y la concepción divina de Jesucristo.
Según el Decreto sobre la celebración de la bienaventurada Virgen María de Loreto para inscribir en el Calendario Romano General, del 31 de octubre de 2019, “este santuario recuerda el misterio de la Encarnación y estimula a todos aquellos que lo visitan a considerar la plenitud del tiempo, cuando Dios mandó a su Hijo, nacido de mujer, y a meditar tanto en la palabra del Ángel que anuncia el Evangelio, como en las palabras de la Virgen, que responde a la llamada divina”.
“Bajo la sombra del Espíritu Santo, la humilde sierva del Señor se transforma en casa de la divinidad, imagen purísima de la santa Iglesia”.
En el Decreto se señala que el santuario está “estrechamente vinculado a la Sede Apostólica, alabado por los Sumos Pontífices y conocido universalmente, ha sabido ilustrar de modo excelente, en el curso del tiempo, no menos que Nazaret en Tierra Santa, las virtudes evangélicas de la Sagrada Familia”.
También se recuerda que “en la Santa Casa, delante de la imagen de la Madre del redentor y de la Iglesia, santos y beatos han respondido a la propia vocación, los enfermos han invocado consuelo en el sufrimiento, el pueblo de Dios ha iniciado a alabar y suplicar a Santa María con las Letanías lauretanas, conocidas en todo el mundo”.
En particular, “cuantos viajan en avión han encontrado en ella la celestial patrona”.
La celebración de la Virgen de Loreto “ayudará a todos, especialmente a las familias, los jóvenes, los religiosos, a imitar las virtudes de la perfecta discípula del Evangelio, la Virgen Madre que, concibiendo a la Cabeza de la Iglesia, nos acoge también a nosotros consigo”.