1. Lectura del texto: Lc 3, 15-16.21-22
(Se pide la luz del Espíritu Santo)
Respira en mí
oh Espíritu Santo
para que mis pensamientos
puedan ser todos santos. Actúa en mí
oh Espíritu Santo
para que mi trabajo, también
pueda ser santo. Atrae mi corazón
oh Espíritu Santo
para que sólo ame
lo que es santo. Fortaléceme
oh Espíritu Santo
para que defienda
todo lo que es Santo. Guárdame pues oh Espíritu Santo para que yo siempre pueda ser santo. (S. Agustín) (Cada uno lee en su Sagrada Escritura)
En aquel tiempo, como el pueblo estaba en expectación y todos pensaban que quizá Juan el Bautista era el Mesías, Juan los sacó de dudas, diciéndoles: “Es cierto que yo bautizo con agua, pero ya viene otro que es más poderoso que yo, a quien no merezco desatarle las correas de sus sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego”. Sucedió que entre la gente que se bautizaba, también Jesús fue bautizado. Mientras éste oraba, se abrió el cielo y el Espíritu Santo bajó sobre él en forma sensible, como de una paloma, y del cielo llegó una voz que decía: “Tú eres mi Hijo, el predilecto; en ti me complazco”. Palabra de Dios.
Repasar el texto leído
(Se pregunta a los participantes y responden leyendo los versículos en su Biblia)
- ¿Qué se preguntaba el pueblo expectante sobre Juan el Bautista? v.15
- ¿Qué les dijo Juan? v.16a
- ¿Cuál es la diferencia entre el bautismo de Juan y el de Jesús? v16b
- ¿Cuándo se bautizó Jesús? v.21a
- ¿Qué estaba haciendo Jesús cuando se abrió el cielo? v.21b
- ¿Cómo se presentó el Espíritu Santo en el bautismo de Jesús? v.22a
- ¿Qué decía la voz que venía del cielo? v.22
Explicación del texto
En este texto se explica la identidad de Juan el Bautista en diálogo con la gente del pueblo. Algunos suponían que él sería el Mesías esperado, por eso les explica que él no es y que el Mesías es “más poderoso”. Recordemos que Juan tenía palabra de poder porque hablaba con la Palabra de Dios, por eso se preguntaban si no sería el Mesías. En el lenguaje escatológico la palabra “poderoso” se usa en la Escritura para señalar al jefe de la lucha final contra el mal (Mc 3,27; Ap 18,8). Jesús no solo habla Palabra de Dios, él mismo es la Palabra de Dios, ha venido para vencer al mal; el último enemigo en ser aniquilado será la muerte y así Jesús someterá todo a su poder. Jesús bautizará con Espíritu Santo y fuego. En el Antiguo Testamento se atribuye al Espíritu la realización mesiánica (Ez 36,26; Is 44,3; Jl 3,1). Otras manifestaciones atribuidas al Espíritu son su participación en la creación, en los guerreros, en ministerios especiales, en la actividad del Siervo de Yahvé, en el rey mesiánico. Lucas acentúa la acción del Espíritu en la actividad del Mesías, éste estará guiado por el Espíritu. En la Escritura el “fuego” indica la presencia de Dios salvador, en sus teofanías aparece rodeado de fuego, en el “Día del Señor” cuando Dios venga a reestablecer la justicia y el derecho, en favor de los buenos, su presencia se manifestará en medio de un fuego. Jesús es guiado por el Espíritu y lo comunica y se manifiesta como verdadero Dios, su presencia comunicará el fuego purificador del pecado.
El pueblo se bautiza como condición para recibir al Mesías, así lo anunció Juan, entonces ha llegado el momento de la manifestación de Jesús, ahora tiene personas dispuestas a recibirlo. Lucas centra la atención en la teofanía más que en el hecho mismo del bautismo, le interesa que se acepte a Jesús como el Hijo de Dios, el Mesías. Jesús está en oración como lo hace en los momentos en que toma decisiones importantes. Se abrió el cielo, es la respuesta de Dios a la oración de aquellos que han pedido de corazón la salvación (Is 63,19), Dios creará una comunidad nueva. El Espíritu es representado con la imagen de una paloma. La “voz del cielo” designa un mensaje o una acción que revela el designio salvador de Dios. “Tú eres mi Hijo amado”, Lucas ve en Jesús al Siervo del que habla Isaías (42,1-4), parece ser a la vez individuo y representante de la comunidad. Jesús está totalmente encarnado en la comunidad hasta el punto de ser bautizado como uno más de sus miembros. Al mismo tiempo, su persona realiza los más altos ideales y esperanzas de Israel.
2. Meditación del texto
(Cada participante puede compartir su reflexión personal)
Comenzaremos el tiempo ordinario en el calendario litúrgico, la Navidad nos ayudó a celebrar la presencia de Jesús nuestro Salvador en medio de nosotros. Este domingo celebramos el bautismo de Jesús y a la luz de este bautismo debemos entender nuestro propio bautismo. Jesús ha sido bautizado para revestirse de la misión profética, para instaurar la justicia, es decir, el cumplimiento de las promesas divinas, ofrecer la salvación a todos los hombres de la tierra. Lucas presenta a Jesús como Mesías, el enviado de Dios, el Hijo de Dios, misterio descubierto por la presencia del Espíritu Santo que lo impulsa a cumplir la misión que el Padre le ha encomendado. Dos cosas son importantes en el ministerio de Jesús: su solidaridad con el pueblo y su identidad de profeta enviado por Dios. Todos los bautizados son continuadores de esa misión de Jesús, impulsados por el don del Espíritu a una actividad profética, en plena solidaridad con los hermanos.
Juan el Bautista nos enseña a tomar el lugar que nos corresponde en el plan de la salvación; debemos asumir con humildad que somos inferiores en comparación con el Mesías, Jesús. Él mismo nos enseñó que debemos humillarnos para que seamos exaltados a su tiempo, a no buscar los primeros lugares, eso le toca a Dios. Muchos hombres en la historia han tomado un lugar equivocado, se han adueñado del lugar de Dios, lo mismo que sucedió en el principio con Adán y Eva, se han apropiado de la ciencia del bien y del mal. Esto ha traído consecuencias graves, el egoísmo, la imposición de criterios, el abuso del poder, la destrucción del otro, el desorden personal y comunitario. Juan el Bautista nos enseña a Decir: “Existe otro más poderoso que yo, porque ya existía antes que yo”.
Jesús ha venido a cumplir la voluntad del Padre, esta voluntad se entiende mejor entrando en comunicación con Dios, Jesús nos enseña a no tomar decisiones sin dialogar con Dios. En un clima de oración, Jesús se revela en su bautismo, por la fuerza del Espíritu Santo como el Mesías Hijo de Dios. Se define desde el comienzo como el Siervo de Dios, el elegido en quien Dios se complace. Es el rey mesiánico que llevará a cabo su misión no desde el poder, sino siguiendo el ejemplo de humildad del siervo. Ha sido consagrado por el Espíritu de Dios desde su nacimiento, ahora el Espíritu viene a actualizar su presencia para realizar la tarea de la predicación en su vida pública. Lucas presenta así el bautismo cristiano, la novedad que aporta el bautismo cristiano, frente a los otros ritos de ablución (sumergir en el agua) de la época es la presencia del Espíritu que viene como don de parte de Dios. El Espíritu nos permite reconocer nuestra identidad de hijos de Dios y hermanos de Jesús con una misión profética en la comunidad.
3. Compromiso personal y comunitario
(Cada participante puede proponer compromisos personales y comunitarios)
- Agradecer a nuestros padres y padrinos porque nos llevaron al sacramento del bautismo y nos comunicaron su fe.
- En este año de la fe agradecer el don de la fe que se nos dio en germen y que debemos cultivar.
- Ofrecer toda nuestra vida como una ofrenda agradable ejerciendo nuestro sacerdocio bautismal.
- Comprometernos en el anuncio de la Palabra de Dios, a través de la catequesis y el testimonio de la vida cotidiana y la misión permanente.
- Emprender acciones a favor de los más necesitados, comprometidos en el bien especialmente de los más pobres.
- Formarnos permanentemente buscando ser imágenes de Jesucristo a quines nos hemos unido desde nuestro bautismo.
4. Oración
Porque el bautismo hoy empieza y él lo quiere inaugurar, hoy se ha venido a lavar el Autor de la limpieza. Aunque es santo y redentor, nos da ejemplo singular: se quiere hoy purificar como cualquier pecador. Aunque él mismo es la Hermosura y o hay hermosura par, hoy quiere al agua bajar y hermosear nuestra basura. Nadie lo hubiera pensado: vino el pecado a quitar, y se hace ahora pasar por pecador y pecado. Gracias, Bondad y Belleza, pues te quisiste humillar y no te pesó lavar tu santidad y pureza. Amén.