A las 3:00 p.m. cientos de jóvenes se dieron cita en el templo de Santa Rosa de Viterbo desde donde partieron en procesión hacia la explanada del templo de la Santa Cruz, donde más fieles les esperaban para la participar en la celebración de la santa Misa con motivo de la Jornada Mundial de la Paz, presidida por el Sr. Obispo D. Faustino Armendáriz Jiménez.
Concelebrando con varios sacerdotes diocesanos y franciscanos, el Pastor Diocesano, inició su homilía diciendo: » “El Señor les bendiga y les proteja, haga resplandecer su rostro sobre ustedes y les conceda su favor. Que el Señor los mire con benevolencia y les conceda la paz” (cf. Núm. 6, 24-26). Les saludo a todos ustedes mediante las palabras con las cuales los hijos de Israel y de la Iglesia son bendecidos en las grandes fiestas y solemnidades. De manera muy especial en la fiesta del año nuevo, en la cual deseamos y anhelamos la protección y la benevolencia de Dios, durante los días de este año».
Dirigiéndose especialmente a los jóvenes les saludó así: «Queridos jóvenes, me llena de gozo poder encontrarme con ustedes y poder compartirles esta maravillosa experiencia. El resultado de la benevolencia de Dios es la Paz (Shalom), cuyo significado profundo es el bienestar, la integridad, y la seguridad en la vida. La “paz” propia de Dios no es solamente la ausencia de guerra o conflictos, sino la armonía y conformidad con él y su voluntad de acuerdo a la alianza establecida con él. Realidad implícita en la vida y en la naturaleza de cada ser humano. El deseo de paz es una aspiración esencial de cada persona y coincide en cierto modo con el deseo de una vida humana plena, feliz y lograda. El Santo Padre Benedicto XVI, en su mensaje para esta Jornada nos ha dicho: “cuando se acoge a Jesucristo hombre y Dios, se vive la experiencia gozosa de un don inmenso: compartir la vida misma de Dios, es decir, la vida de la gracia, prenda de una existencia plenamente bienaventurada. En particular, Jesucristo nos da la verdadera paz que nace del encuentro confiado del hombre con Dios” (Mensaje para la XLVI Jornada mundial de la paz, 2). Hoy debemos preguntarnos cada uno de nosotros ¿mi vida corresponde al designio de Dios? O más bien ¿son mis propios proyectos, paralelos a la vida divina, los que rigen mi existencia? ¿qué sentido tiene vivir? ¿Hay un futuro para el hombre, para nosotros y para las nuevas generaciones? ¿En qué dirección orientar las elecciones de nuestra libertad para un resultado bueno y feliz de la vida? ¿Qué nos espera tras el umbral de la muerte? La paz queridos jóvenes, presupone un humanismo abierto a la trascendencia. Es fruto del don reciproco de un entrar en relación con la vida de la gracia».
Al concluir la homilía deseó a los presentes que este 2013 sea un «año en el cual vivamos de la mano de la Iglesia profundizando en nuestra fe y en nos ejercitemos en la caridad».
Cada año la Iglesia lo inicia con esta Jornada por la Paz a la que la Diócesis de Querétaro se une en comunión con el Papa.