Santa Iglesia Catedral, Ciudad Episcopal Santiago de Querétaro, 24 de junio de 2018
La mañana del domingo 24 de junio de 2018, Mons. Faustino Armendáriz Jiménez, Obispo de la Diócesis de Queretaro, Presidio la Celebración Eucarística en la Santa Iglesia Catedral, con motivo de la “Natividad de San Juan Bautista”. Concelebraron el Pbro. Víctor Rogelio García Sánchez, Pbro. Juan Ernesto Sánchez León, Pbro. Rafael Gavidia Arteaga, Pbro. José Luis López Gutiérrez y M.I. Sr. Cango. J. Guadalupe Martínez Osornio, Rector de la Catedral.
Dentro de esta Santa Misa envió como Misioneros a los Pbros.; Víctor Rogelio García Sánchez y Juan Ernesto Sánchez León, hacia la Diócesis de San Roque (Argentina, Arg.) y pidió la oración de todos los presentes, por tan grande encomienda de estos Sacerdotes.
En su Homilía, Mons. Faustino Armendáriz, dijo:
“Celebramos con gozo este día el nacimiento Juan el Bautista, de quien Jesús mismo hablará con estas palabras; “este es de quien está escrito, yo envío a mi mensajero delante de ti, para que prepare en tu camino ante ti, en verdad les digo, que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista, aunque el más pequeño en el Reino de los Cielos, es más grande que él”, esta fiesta nos recuerda que toda su vida estuvo estrechamente en relación a Cristo, y por lo tanto llegó a ser, voz de la Palabra, lampara de luz, amigo del Esposo. Con excepción de la Virgen María, el Bautista es el único Santo del que la Liturgia celebra el nacimiento, y lo hace porque está íntimamente vinculado con el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios, de hecho, desde el vientre materno Juan es el precursor de Jesús, el Ángel anuncia a María su Concepción prodigiosa, como una señal de que para Dios nada hay imposible, 6 meses antes del gran prodigio que nos da la salvación, la unión Dios con el hombre por obra del Espíritu Santo, 6 meses antes de la Navidad”.
“Los cuatro Evangelios dan gran relieve a la figura de Juan el Bautista, como Profeta que concluye el Antiguo Testamento e inaugura el Nuevo, es el último Profeta del Antiguo Testamento, identificando en Jesús de Nazareth el Consagrado del Señor, de hecho, será Jesús mismo quien hablará de Juan con estas palabras; “este es de quien está escrito, Yo envío mi mensajero”. El padre de Juan (Zacarías, marido de Isabel parienta de María) era sacerdote del culto, el no creyó de inmediato de una paternidad tan inesperada y sobre todo porque era muy anciano y porque no creyó quedo mudo, hasta el día de la circuncisión del niño al que él y su esposa dieron el nombre indicado por Dios, es decir Juan, que significa, el Señor da la gracia o el Señor ha tenido misericordia. Animado por el Espíritu Santo, Zacarías hablo así de la misión de su hijo, y a ti niño te llamaran Profeta del Altísimo, porque iras delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación y el perdón de los pecados., Todo esto se manifestó 30 años más tarde, cuando ya Jesús era adulto, cuando Juan comenzó a bautizar en el rio Jordán llamando al pueblo a prepararse con aquel gesto de penitencia a la inminente venida del Mesías, que Dios le había revelado durante su permanencia en el desierto, por eso fue llamado bautista, es decir, el bautizador, cuando un día Jesús mismo desde Nazareth fue a ser bautizado, Juan al principio se negó, pero luego acepto y vio posarse al Espíritu Santo posarse sobre Jesús y oyó la voz del Padre Celestial que lo proclamaba su hijo “este es mi hijo amado, en quien tengo mis complacencias”, pero la misión del bautista aún no estaba cumplida, poco tiempo después se le pidió que precediera a Jesús también en la muerte violenta, Juan fue decapitado en la cárcel del Rey Herodes y así dio testimonio pleno del Cordero de Dios, al que antes había reconocido y señalado públicamente. La preparación y la misión de Juan el bautista que era precisamente preparar el camino del Señor, no solamente fue señalar a Jesús diciendo; “este es el Cordero de Dios”, si no también fue una preparación del corazón, diciéndole a todos, arrepiéntanse, crean en el evangelio, ya viene el Mesías, y Juan el bautista lo decía tratando de purificar el corazón del hombre y pero también la situación social de aquel tiempo, lógicamente alguien que dice las cosas claras como Juan el bautista, era un estorbo, incluso para la misma autoridad que lo llego a matar, a decapitar, quisieron aniquilar su palabra, porque él estaba en contra de toda la situación inmoral del Rey en su tiempo, cuando tomo por esposa a la mujer de su hermano, quien Juan le señalo diciéndole claramente, “esto no te es licito”, Juan el bautista seguramente también le recordaba el asesinato de todos esos niños, cuando nació Jesús, porque el Rey quería acabar con el Mesías, era la manera de como la autoridad trataba de quitar todos aquellos estorbos, es decir, toda aquella palabra que se levantaba para purificar el corazón y para purificar la sociedad”.
“Queridos hermanos, hoy también es importante que la voz y el testimonio de Juan el bautista resuene en la sociedad, sobre todo cuando se quieren adoptar leyes, que también como en el caso del tiempo de Jesús, aniquilen a los niños, es el caso de quienes evocan y abogan por el aborto, por asesinar a los niños en el seno de su madre, es aquellos también que están en contra del matrimonio natural, es aquellos que no quieren que la familia sea el centro educativo principal donde se siembren los valores. Hoy hermanos necesitamos también tener como referente a Juan el bautista, que con su coherencia de vida iban anunciando la palabra de Dios, es decir preparando la venida del Señor y denunciando todo aquello que era un estorbo para la venida del Mesías.
Concluyo diciendo a todos los fieles: “Lleguemos a ser personas de bien, y a ejemplo de Juan el bautista, seamos ejemplo de la verdad, que desde nuestra trinchera proclamemos siempre la verdad y hagamos de esto una experiencia fascinante. Que la Virgen María, la mujer joven y valiente, nos inspire en el amor a Jesús. Amén”.
Al término de la Celebración, Mons. Faustino impartió la bendición a todos los fieles reunidos en esta Santa Eucaristía.