San Miguel Galindo, SJR, Qro., sábado 17 de febrero de 2018.
Año Nacional de la Juventud
En las instalaciones del Curso Introductorio del Seminario Conciliar de Querétaro, ubicado en San Miguel Galindo, SJR, Qro., el sábado 17 de febrero de 2018. En el marco del Año Nacional de la Juventud, se llevó a cabo la celebración Eucarística con motivo de la Recepción de la Sotana de los Seminaristas del Curso Introductorio del Seminario Conciliar de Querétaro, Mons., Faustino Armendáriz Jiménez, Obispo de Querétaro, presidió la Santa Misa y concelebraron el Rector del Seminario Pbro. Alejandro Gutiérrez Buenrostro, y los Padres Formadores, participaron de esta Sagrada Eucaristía, los Papás, familiares y amigos de los Seminaristas, al momento en que los seminaristas recibieron sus vestiduras, sus papás fueron los encargados de les ayudaron a revestirse, Mons. Faustino les exhortó a consagrar sus vidas a la Santísima Virgen María. En su homilía les dijo:
“Queridos jóvenes seminaristas, amen su sotana, cuídenla, respétenla, de tal forma que al vestirla, manifiesten su amor a la vocación, su amor a la iglesia su amor a Jesucristo. El Seminario quiere ofrecerles esta herramienta formativa, que los comprometa y los anime a vivir entregados, con alegría y con generosidad, a su formación. Si Dios quiere y ustedes también así lo desean, este será el signo que los distinga, no sólo como seminaristas, sino también como sacerdotes. ¡Es muy triste que a muchos, incluso en el seminario, no les gusta usar la sotana, ni mucho menos el traje clerical! En sus ojos y en su cara, veo hoy con cuánto amor y con cuánto anhelo han esperado este momento. Ojalá que sea un gusto y un anhelo que les dure toda la vida.
Vestir la sotana negra, expresa y manifiesta que cada uno de ustedes quiere asumir el estilo de la vida de Jesús… Vestir la cota, expresa la disposición exterior del corazón para encontrarse con el misterio celebrado tanto en la celebración de la Eucaristía con en las demás acciones litúrgicas. La cota blanca, es el signo de la disposición para celebrar con Cristo y en la comunidad los misterios divinos… Vestir la banda azul, que significa la gracia y el abandono a la protección maternal de la Santísima Virgen María. Implica Dejarse acompañar por Ella. Quien, como Madre del gran sacerdote Jesucristo, sabrá moldear su corazón y hacerlo como el de su Hijo. Conságrense a Ella todos los días…”
A continuación les compartimos el texto completo de la homilía:
“Estimados padres formadores, queridos seminaristas, apreciados padres de familia, hermanos y hermanas todos en el Señor:
Con alegría y con mucho entusiasmo esta mañana de sábado, arropados por el tiempo cuaresmal, nos reunimos para celebrar el misterio de nuestra fe y contemplar así, la obra admirable de la redención, mediante la cual Cristo nos ha devuelto la dignidad y nos ha vestido con el traje de fiesta, que nos identifica como hijos adoptivos de Dios. En este contexto queremos llevar a cabo el solemne rito de la recepción de las sotana, la banda y la cota, en este grupo de seminaristas, quienes creyendo haber escuchado al voz de Dios para seguirlo de cerca en la vida sacerdotal, se disponen con ánimo generoso a recibir, como respuesta al compromiso vocacional y así ayudarse de estos signos para formar en sus vidas, una imagen más perfecta de Cristo sacerdote y buen pastor. ¿Qué significan estos signos en la vida de un seminarista y cuál es la trascendencia de este rito en sus vidas?
La palabra de Dios que acabamos de escuchar nos lo explica y nos ayuda a entenderlo con la nitidez propia de la sabiduría divina. Indudablemente que todo esto tiene su origen y su fundamento en la llamada que el Señor hace a algunos a seguirle de cerca; la llamada vocacional implica un cambio de vida, de mentalidad y de forma de ser, hasta lograr la estatura de Cristo, hasta lograr tener sus mismos sentimientos, sus mismas pasiones y proyectos e ilusiones. San Pablo, en la segunda lectura, hoy quiere que ustedes sean conscientes de algo muy importante: «Como elegidos de Dios, sus santos y amados, revístanse de sentimientos de profunda compasión» (Col 3, 12). Esto metafóricamente está orientado a que cada uno de ustedes entren en un proceso de cambio, en sus costumbres, en sus hábitos, en su forma de pensar, de manera que paulatinamente vayan “formateando” su personalidad y “configuren” su sistema operativo con el sistema operativo de Jesús. Hasta tener los mismos sentimientos de Cristo. Revestirse de sentimientos de profunda compasión exige e implica poco a poco ir dando muerte a todo lo malo que hay en ustedes: sentimientos, lenguajes, costumbres.
Para lograr este cambio, el Señor Jesús, en el evangelio que acabamos de escuchar, nos enseña una metodología muy específica. «Vengan y vean» Lo que implica dejarlo todo y seguirlo. Del seguimiento de Jesús se inicia el encuentro que está compuesto de experiencia personal y comunitaria. Una vivencia con el Señor. Experimentar significa salir de los propios límites para ir más allá y encontrarse con el otro. En este caso con el mismo Jesús. Es decir, se va descubriendo el misterio de Cristo, desde un encuentro con Él, mientras se va realizando la gran síntesis de la vida y de la fe. Jesús a quienes elige se los lleva a vivir con él. Por eso el seminario no será otra cosa sino un aprender a vivir con Jesús. Conocer qué piensa, qué siente, qué desea, cuál es su proyecto, qué tiene que ofrecer a la cultura y al hombre contemporáneo. “Para este paso es de fundamental importancia la catequesis permanente y la vida sacramental, que fortalecen la conversión inicial y permiten que los discípulos misioneros puedan perseverar en la vida cristiana y en la misión en medio del mundo que los desafía” (DA, 278) “Llegar a la estatura de la vida nueva en Cristo, identificándose profundamente con Él y su misión, es un camino largo, que requiere itinerarios diversificados, respetuosos de los procesos personales y de los ritmos comunitarios, continuos y graduales”. (DA, 281). En esta relación íntima con el Señor, los seminaristas será acompañados para identificar y corregir, la mundanidad espiritualidad: la obsesión por la apariencia, el narcicismo, el autoritarismo, la pretensión de imponerse, la vanagloria, el individualismo, la incapacidad de escucha de los demás y todo tipo de carrerismo (cf. Ratio fundamentalis, 42). La formación sacerdotal es un camino de transformación que renueva el corazón y la mente de la persona, para que pueda discernir, “la voluntad de Dios: lo que es bueno, lo que agrada, lo perfecto” (Rm 12, 2).
Vestir la sotana negra, expresa y manifiesta que cada uno de ustedes quiere asumir el estilo de la vida de Jesús. Quiere ser el signo claro y visible de su deseo por la perfección y la disposición para vivir cada día más alejados de las realidades del mundo. Es un signo de su situación humana con todas sus limitaciones. Un signo de que como dice San Pablo, “llevamos este tesoro en vasijas de barro” (2 Cor 4, 7). Con la sotana cubrimos la persona que muere al pecado. La mundanidad es una tentación que se filtra poco a poco y ante la cual debemos estar atentos. Vestir la sotana negra es irse “habituando” a vestir como clérigos, es ir adquirir el lenguaje eclesiástico que se necesita para darse a entender y entender a los demás. Permítanme la comparación pero creo que vale la pena citarla: Así como un médico, al inicio de su carrera viste la bata blanca y paulatinamente se va identificado con lo que llevarla implica , así al sacerdote, al inicio de su formación recibe la sotana de tal forma que cuando sea sacerdote, haya logrado ya identificarse con el hábito eclesiástico. La sotana es la vestimenta de trabajo de los clérigos y de los que se preparan para ser sacerdotes. Hace tiempo leí un artículo titulado: “La sotana ropa de trabajo más que uniforme de gala”, sobre una carta que escribió un amigo a un seminarista, en el día en que éste recibía la sotana; llamó mucho mi atención cuando decía: “Que tu sotana sea un fastidio y un obstáculo cuando empieces a darte aires y a pavonearte como un gallo en su corral, cuando caigas víctima de tus magistrales ambiciones. Ojalá te tropieces con ella cada vez que tomes el camino descarriado. No te preocupes: siempre estará pegada a tu camino. No temas arremangarla para correr a ayudar al prójimo, incluso si te da un aspecto ridículo o divertido… Ama a tu sotana, pero no te ames a ti llevándola. Primero y ante todo, ama a la Iglesia que te la ha concedido. Y ama infinitamente más a Jesús, que te ha ofrecido la Iglesia y que te ha ofrecido a ti a la Iglesia, algo por lo que yo mismo Le estoy profundamente agradecido”. (cf. La sotana ropa de trabajo más que uniforme de gala, DK. MICHAŁ LUBOWICKI, en Aleteia, 27de Junio de 2017)
Vestir la cota, expresa la disposición exterior del corazón para encontrarse con el misterio celebrado tanto en la celebración de la Eucaristía con en las demás acciones litúrgicas. La cota blanca, es el signo de la disposición para celebrar con Cristo y en la comunidad los misterios divinos. Es una vestidura propiamente litúrgica. Significa la gracia de Cristo que fortalece y sostiene al discípulo en su seguimiento. Al grado de poder llegar a decir algún día: “tu gracia me basta” (2 Cor 12, 9). Lo que para el sacerdote son los ornamentos litúrgicos, para el seminarista es la cota blanca Ustedes han venido al seminario no para ser buenos filósofos o buenos teólogos, que es importante que lo sean; ustedes han venido al Seminario para ser “Mistagogos”, es decir, hombres expertos en las cosas de Dios que un día sepan conducir a los hombres y mujeres por las sendas de la gracia.
Vestir la banda azul, que significa la gracia y el abandono a la protección maternal de la Santísima Virgen María. Implica Dejarse acompañar por Ella. Quien, como Madre del gran sacerdote Jesucristo, sabrá moldear su corazón y hacerlo como el de su Hijo. Conságrense a Ella todos los días. Conozcan a María. No dejen de rezar el santo rosario todos los días.
Queridos jóvenes seminaristas, amen su sotana, cuídenla, respétenla, de tal forma que al vestirla, manifiesten su amor a la vocación, su amor a la iglesia su amor a Jesucristo. El Seminario quiere ofrecerles esta herramienta formativa, que los comprometa y los anime a vivir entregados, con alegría y con generosidad, a su formación. Si Dios quiere y ustedes también así lo desean, este será el signo que los distinga, no sólo como seminaristas, sino también como sacerdotes. ¡Es muy triste que a muchos, incluso en el seminario, no les gusta usar la sotana, ni mucho menos el traje clerical! En sus ojos y en su cara, veo hoy con cuánto amor y con cuánto anhelo han esperado este momento. Ojalá que sea un gusto y un anhelo que les dure toda la vida.
En unos momentos harán su consagración a la Santísima Virgen María; a Ella pídanle que jamás, se aparten de estos buenos propósitos, para que así, lleguen al dichosísimo día, totalmente configurados con Cristo y revestidos del hombre nuevo. Amén.”
Al término de la celebración se tomaron la foto del recuerdo y posteriormente participaron de una convivencia fraterna.