Domingo 3 de diciembre de 2017
Queridos amigos y lectores:
Los saludo a todos con mucho cariño en este primer domingo de Adviento, con el cual iniciamos el Año Litúrgico. A todos “La gracia y la paz de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo” (Rom 1,7).
El Adviento: tiempo de esperanza y ocasión para construir la paz
Con el inicio del Tiempo de Adviento, tenemos también una nueva oportunidad para seguir comprometidos incansablemente por la Paz. Es fundamental que preparemos el camino al Señor que viene a salvarnos, un camino de paz y oración.
Si bien es cierto que la tarea de proveer seguridad compete al Estado, como Iglesia queremos contribuir en el proceso de construcción de paz y así lograr transformaciones de fondo. A la paz que promueve el Gobierno de lograr la seguridad ciudadana, que implica el cuidado de la persona en su integridad física y en sus bienes, se propone la seguridad humana que presupone, además de cuidar a las personas y sus propiedades, generar las condiciones de desarrollo que le garanticen a las personas el sentirse libres del miedo y libres para buscar la satisfacción de sus necesidades.
Los invito para que en este Adviento anunciemos el Evangelio de la Vida y de la Paz, el Evangelio de Cristo, el Señor, que nos invita a reconocernos como verdaderos hermanos y a respetar la vida como don de Dios. Procuremos iluminar con el Evangelio nuestra realidad y convirtámonos en mensajeros y constructores de la paz como los pastores de Belén.
Deseo que durante este tiempo de gracia continuemos trabajando y emprendiendo acciones que favorezcan la construcción de la Paz y la atención a las víctimas de la violencia. Que cada día del Adviento sea una oportunidad para seguir anunciando a Cristo, su Evangelio y su Mensaje de Paz.
Día Internacional de las Personas con Discapacidad
Hoy se celebra en todo el mundo el Día Internacional de las Personas con Discapacidad. La discapacidad es una condición que afecta el nivel de vida de un individuo o de un grupo. Las personas con discapacidad, la “minoría más amplia del mundo”, suelen tener menos oportunidades económicas, peor acceso a la educación y tasas de pobreza más altas. Eso se debe principalmente a la falta de servicios que les puedan facilitar la vida y porque tienen menos recursos para defender sus derechos. A estos obstáculos cotidianos se suman la discriminación social y la falta de legislación adecuada para proteger a los discapacitados. Tristemente, las personas con discapacidad son más a menudo víctimas de la violencia. Se necesita una sociedad incluyente, eliminemos los obstáculos a la integración de las personas discapacitadas, éstas pueden participar activa y productivamente en la vida social y económica en sus comunidades. Las diferencias entre nosotros son una riqueza y por tanto un don de Dios. Todos somos diferentes y por tanto “no hay uno que sea igual que otro”. Necesitamos crecer en esta mentalidad y favorecer un estilo que quite los prejuicios, las exclusiones y marginaciones, favoreciendo una efectiva fraternidad en el respeto de la diversidad que hay que apreciar como un valor.
Con mi oración, cariño y bendición.
En Cristo, nuestra Paz
† Carlos Garfias Merlos,
Arzobispo de Morelia.