MISA DE APERTURA DEL AÑO DE LA JUVENTUD, Basílica de Guadalupe.

Insigne y Nacional Basílica de Guadalupe, CDMX, El día Domingo 22 de Octubre de 2017.

Mons. Franco Coppola, Nuncio Apostólico  en México, presidió la Sagrada Eucaristía, en la Insigne y Nacional Basílica de Guadalupe, con la que se dio inicio  al  Año de la Juventud, el domingo 22 de Octubre de 2017, a la que asistieron un gran número de jóvenes, pertenecientes a los distintos estados de la República Mexicana, en donde hay presencia de la Pastoral Juvenil, de igual manera asistieron un gran número de Sacerdotes quienes se encargan de esta Pastoral, para acogerse a la maternal ternura de nuestra Señora de Guadalupe que al igual que a San Juan Diego nos repite las palabras: “De que te preocupas, ¿que no estoy yo aquí que soy tu Madre?”. En su homilía el Sr. Nuncio, les compartió, lo que el  Papa Francisco espera de la Iglesia en México, quien al respecto dijo:

Hace unas semanas pedí al Papa Francisco, como sabía que tenía que encontrarme con los movimientos laicales de México, ahora los jóvenes, dentro de dos semanas todos  los obispos en medio varias visitas a las Diócesis,  encontrando sacerdotes laicos comprometidos,  religiosos religiosas le  pedí  que me dijera ¿Qué esperaba de la iglesia en México?, y  como muchas veces nos anima a soñar y le dije que sueña para México,  y me respondió: “espero de la iglesia en México que sea una verdadera familia, la familia de los hijos de Dios, y segundo que no se contenten de ser una familia entre sí, sino que haga de todo México una gran familia. Una gran familia donde hay que estar atentos a tres características la familia, la familia tiene muchas cosas pero tres de manea especial donde nadie se sienta excluido y donde todos experimente cercanía y ternura.

Esa es la visión y el sueño que el Papa tiene para todos nosotros,  y creo que ustedes los jóvenes, pueden hacer  este sueño suyo, el sueño de hacer esa gran familia, ¿qué significa?, dar sentido a  las palabras que utilizamos siempre,  pero a veces las utilizamos sin sentido, Yo por ejemplo me quede impresionado, al  llegando aquí en México al dirigirse normalmente la gente  a un sacerdote diciéndole  padre,  en Italia no,  es así la costumbre allá es que  se pone antes del nombre Franco se dice don Franco,  aquí don tiene otros significado,  algo más de respeto nada más, pero aquí dejarme llamar padre es cierto pero que responsabilidad,  nosotros los sacerdotes somos verdaderos padres de la familia  que nos fue confiada, en verdad  pienso que tenemos mucho que caminar.

Sobre esto mucho me impresionó también Al final de una misa estaba saliendo con la procesión de salida y una señora se acerca de ti De dónde viene con dos hijos y me dice por favor pida por mis otros dos  hijos que no  quieren venir a la misa,  esa señora es una verdadera madre. Ella estaba con dos de sus hijos,  pero su corazón estaba con los otros dos que nos querían estar en misa. Y nosotros que estamos aquí ¿tenemos nuestro corazón con todos esos compañeros muchas muchachas jóvenes  que hoy no vendrán a misa?, todos yo también y los sacerdotes no tenemos experiencia de construir una familia,  pero hemos experimentado lo que significa estar una familia.

En mi casa no era una familia muy numerosas sólo papá mamá y dos hijos cuando  nosotros los hijos por cualquier razón estábamos enojados,  la manera de protestar o de hacer público el enojo, la manera de hacerlo era no bajar al comedor en el momento de reunión de toda la familia, donde era posible estar juntos, entonces si alguno no bajaba enseguida papá preguntaba a  mamá  preguntaban ¿qué pasa con Salvador o con Franco mi hermano? y  nosotros nos damos cuenta en la iglesia de quien falta?

Hace poco leí una encuesta donde dice que solamente el 10% de los católicos viven a misa, ¿Cómo sería una familia de 10 integrantes donde solamente uno? Nos preguntamos qué hacen los otros nueve que le pasa?,  se puede ignorar hacer como si no existieran, sino porque nos llamamos hermanos?  o somos hermanos a la manera de Caín, que le pide cuentas de donde está su hermano y él dice quién soy yo para saber dónde está mi hermano, no, por favor pero a veces nosotros los adultos nos acostumbramos, y ese es el desafío para ustedes que espero tengan  muchos amigos que no  participan a la mesa del Señor,  espero que tenga muchos amigos que no son  solo de la Parroquia, y entonces cómo hacer?

Por un lado hay que aprovechar este año en que los sacerdotes se comprometen a escuchar más, y no es suficiente con que la Basílica este llena no, sino que el Papa quiere que seamos una familia donde nadie se sienta excluido,  creo que aquí nadie se puede sentir excluir a nadie, y hay  que ir a preguntar porque ¿tú no bienes? porque tú te sientes excluido?, no es suficiente estar con los brazos abiertos, o con ser una iglesia de puertas abiertas, no es suficiente hay que ir a traer a los que se sienten excluidos, y  eso tiene que ser el desafío primero de este año por un lado sonar el despertador a papá y mamá que se interesen por los  hermanos que no están, que faltan, porque a veces nos acostumbramos y nos  pasamos buscando por a los hermanos para enterarse de que  es lo pasa.

Sentir,  experimentar cercanía y ternura en positivo,  cercanía es un poco la misma cosa dicha de otra manera no es negativa si no positiva experimentar cercanía,  a veces enfermedades de nuestras familias de cada familia particular y lo mismo con  la familia grande de los hijos de Dios,  quedamos tranquilos y no nos damos cuenta de lo que pasa dentro de corazón de mi papá,  de mi mamá o de mi hijo de mi hija y sólo cuando pasa algo extraordinario o trágico, nos despertamos y decimos nunca había esperado o pensado que podía pasar  esto  claro que no, ¿cuánto tiempo pasamos escuchándonos,  cuánto tiempo pasamos escucharnos?   Este debe ser  el segundo compromiso para este año de la Juventud y en general en la iglesia, escuchar a todos sus hijos, y para ello tenemos un ejemplo de escucha, cómo lo hace Jesús el mismo día de la resurrección que se une a los dos  discípulos de Emaús y camina con ellos.

Nosotros pensamos que escuchar es asistir a una reunión, a una plática,  una conferencia,  una homilía y esto no es escuchar,  escuchar significa “caminar con”,  y  Jesús encontrándose con ellos no los cuestiona  inmediatamente no, empieza a caminar con ellos y al caminar con ellos, se da cuenta de su cara triste,  y camina con ellos,  nosotros como iglesia necesitamos caminar con,  caminar con.  No necesitamos tanto una  plática o  conferencias u homilías, si no  caminar con Dios y también hay que ser un poco exigentes con sus papás, y decir  no me basta,  a tu sacerdote decirle no me basta con una reunión no, quiero que camines conmigo, y caminando se siempre se encuentra el momento favorablemente y finalmente en el camino se experimenta  cercanía y ternura.

La iglesia no podía comunicar peor de cómo está comunicando ahora,  porque es percibida como alguien  que tiene leyes normas o divisiones,  sobre todo casi todo está prohibido, el Papa nos pide  que seamos una familia donde  cada uno pueda experimentar ternura, ¿qué es la ternura? muchas cosas entre ella el Señor tiene mucha paciencia,  ¿cuánta paciencia tiene el señor, y nos da más de lo que  merecemos, y así nosotros tenemos que tener paciencia con los otros,  como Él la tiene con cada uno de nosotros.

Mi primer encuentro en este País yo estaba muy preocupado y me parecía una misión muy grande  para mí, porque me dice el papá es un país tan grande,  tan complejo con historia hecha de cosas muy buenas,  pero también es una mención que me parecía demasiado grande para mí y  termine en la Basílica y veo la palabras que le  dijo a Juan Diego. “De que te preocupas, que no estoy yo aquí que soy tu madre?, esa es la ternura con la que me acogió  la virgen,   así fue mi primer encuentro cuando llegué a México hace un año, de como Dios nos da está tranquilidad de saber que tenemos una madre,  que nos mira y que nos mira con cariño, nosotros los mexicanos tenemos que bendecir a los demás a los que se han alejado que se sienten excluidos y acogerlos con estas mismas palabras “De que te preocupes, no estoy aquí que soy tu madre”, los  jóvenes pueden mucho hay que hacer todo lo que podamos para hacer de nuestra iglesia,  una familia  donde nadie se sienta excluido donde todos podemos experimentar cercanía y ternura”.

Al terminar la celebración los jóvenes y todos los asistentes recibieron la bendición de manos del Mons. Franco Coppola, en un ambiente de entusiasmo y de alegría que caracterizan a la juventud.