Palabra Dominical: ¡Hemos comenzado la Misión en nuestra comunidad!

XXIX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (DOMUND)
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 28, 16-20

En aquel tiempo los once discípulos fueron a Galilea, al monte que Jesús había señalado, y, al verlo, lo adoraron. Algunos, sin embargo, habían dudado.
Jesús se acercó y les dijo:
—Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos míos en todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.

¡Hemos comenzado la misión en nuestra comunidad! Es el anuncio gozoso que con gran orgullo me expresan en muchas comunidades los niños, adultos y jóvenes discípulos misioneros, junto con sus sacerdotes, como expresión de una alegría que sólo el Espíritu Santo da, cuando se ha comprendido la gran responsabilidad bautismal que todos tenemos; pero también cuando se ha visto de cerca la necesidad del anuncio de la Palabra casa por casa, comunidad por comunidad especialmente las más alejadas.

Lo más interesante es que esta obra salvadora de Jesús va creciendo cada vez más, porque quien lo realiza es Cristo, el Espíritu Santo que Él nos ha regalado. Sin duda la inspiración de todo este proyecto es la fuerza del Evangelio, como el que hoy leemos, y donde se nos expresa que todo ser humano alcanzará la salvación sólo si reconoce a Jesucristo como su Señor. Jesús resucitado, estando en la posesión plena de este poder universal INSTITUYE LA MISIÓN: “Vayan, pues, y enseñen a todas las naciones”. El Señor envía a sus discípulos a todos, es decir, ninguna persona deberá ser excluida de este anuncio. Por ello vale la pena revisar en la sectorización de nuestras comunidades, si hay personas que no han sido visitadas por nuestros misioneros, para compartirles la Buena Noticia del Reino, porque todos deben conocer su persona y su mensaje, es decir no debemos “saltarnos” ningún hogar, sobre todo si ya conocemos su realidad, problemática o actitud de indiferencia u hostilidad a las cosas de Dios. En su actividad misionera, Jesús no sometió a nadie por la fuerza, sino que en el marco de la libertad le ofreció la propuesta del Reino, por ello deja marchar al joven rico, que “se entristeció porque tenía muchos bienes”.

Hoy celebramos el Domingo Mundial de las Misiones, y de manera especial nuestra oración y contribución económica está dirigida a todos los lugares de misión donde muchos hermanos laicos, sacerdotes y consagradas están viviendo la experiencia del mandato misionero de Jesús. Tenemos que subrayarlo, porque la Iglesia universal es una y necesita presencia de hombres y mujeres discípulos misioneros en todos los rincones del mundo; por ello de manera particular en este domingo hace eco del mandato misioneros de Cristo de: “¡Vayan y evangelicen…!”. Quienes han sido escogidos por Dios para acudir a otros países y continente, realizan la orden de Jesús con fidelidad; refrendamos nuestra oración como Iglesia Diocesana por ellos.

Pero también, este Domingo Mundial de las Misiones es una oportunidad para recordar nuestro compromiso misionero, en el marco de la Nueva Evangelización, la cual se convierte en el reto de la llamada de Jesús a la conversión del corazón, no sólo “ad extra” (el mundo entero), sino también “ad intra” (nuestra Diócesis y  parroquias); a los creyentes y culturas en las que la sal del Evangelio ha perdido su sabor.

En este mes de María y de las Misiones, se está desarrollando en Roma el Sínodo cuyo tema Es: “La Nueva Evangelización para la trasmisión de la fe cristiana”, y donde los Padres Sinodales hacen sus propuestas y comparten su experiencia sobre el tema; me llama la atención aquella del Card. Ravasi donde subraya el tema de la secularización y hace alusión a la propuesta del Papa Benedicto XVI de atender el “atrio de los gentiles”: “creo que la Iglesia debería abrir también hoy una especie de “atrio de los gentiles” donde los hombres puedan entrar en contacto de alguna manera con Dios sin conocerlo y antes de que hayan encontrado el acceso a su misterio, a cuyo servicio está la vida interna de la Iglesia”. Sin duda, este Sínodo será una contribución que sea parte aguas (como lo ha sido Aparecida para América Latina,) para la tarea misionera en nuestro tiempo en el mundo entero.

Todos somos objetos de la misión, por ello, con esta conciencia y con una fe que todos queremos fortalecer en este Año de la Fe, continuaremos impulsado la tarea de re evangelizar con la Misión Permanente, sabiendo que el Señor está con nosotros “hasta el fin del mundo”.

Una invitación: a orar por todos los discípulos misioneros del mundo, por este Sínodo sobre la Nueva Evangelización y la vivencia profunda del Año de la Fe, para que nos impulse de manera decisiva a impulsar la Misión Permanente en nuestra Iglesia Diocesana. Que todos podamos decir ¡Hemos iniciado la misión! ¡Estamos en Misión Permanente en nuestra comunidad!

¡Oremos con el Santo Rosario diariamente!