(Homília del 25 de abril de 2017)
CUAUTITLÁN, IZCALLI, MÉXICO
“Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la Creación” (Mc 16,15)
Queridos hermanos en el Episcopado:
En el clima pascual que caracteriza esta Centésima Tercera Asamblea Plenaria, los saludo cordialmente: Señor Nuncio Apostólico, Señores Cardenales, Arzobispos, Obispos, Presbíteros, Consagrados, Consagradas y Fieles Laicos.
Celebramos con gran alegría y devoción la fiesta del evangelista San Marcos, y adentrándonos en el tiempo de Pascua resuena el mandato que el Señor les deja a los apóstoles: “Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación”. Marcos recoge en el pasaje del evangelio de hoy estas palabras de Jesús. El mismo evangelista, movido por el Espíritu Santo, dará testimonio de que este anuncio ya se estaba cumpliendo en el momento en que escribe su Evangelio, cuando expresa: “Ellos fueron a predicar por todas partes, y el Señor los asistía y confirmaba su palabra con los milagros que la acompañaban”. Son las palabras del Evangelio de Marcos quien, fiel al mandato apostólico que tantas veces oyó predicar a Pedro: Vayan al mundo entero… Él mismo, personalmente y a través de su Evangelio, supo ser levadura eficaz en su tiempo, como ahora estamos llamados a ser nosotros, obispos, sacerdotes, consagrados y todo fiel cristiano.
La Asamblea Plenaria que estamos iniciando nos lleva a pensar en la segunda fase del Proyecto Global Pastoral 2031-2033 y nos impulsa a realizar concretamente una evangelización dinámica, organizada y eficaz, como respuesta a los desafíos del México de hoy. Cada una de nuestras provincias, diócesis, parroquias y toda la Iglesia de México está llamada a proyectar un futuro salvífico más propicio para los bautizados y para toda la
humanidad, reflejándose en el progreso, el desarrollo, el trabajo, la empresa, la vida, la familia, los jóvenes, la sociedad, el Estado y el Orden Internacional.
Las palabras de Jesús en el evangelio de hoy: “Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación” (Mc 16,15), son inspiradoras para interiorizar y encontrar en ellas un fuerte impulso para el anuncio de la Buena Nueva y la ejecución del mandato que Jesús hace a quienes hoy conformamos la comunidad de discípulos en esta Conferencia del Episcopado Mexicano. Dejemos que este mandato de Jesús transforme nuestro interior y nos haga tomar conciencia de la complejidad de nuestras realidades locales y nacionales, de tal manera, que encontremos los modos para incidir en la vida de las personas, de las estructuras y organismos públicos y privados dentro y fuera de la Iglesia y de la sociedad mexicana y lo plasmemos de manera creativa, clara y eficaz en el Proyecto Global de Pastoral.
Al celebrar con alegría, esta Eucaristía y al recordar a San Marcos evangelista firmes en la fe y en plena comunión, encarnemos sus palabras: “Ellos fueron a predicar por todas partes, y el Señor los asistía y confirmaba su palabra con los milagros que la acompañaban”, en el ejercicio de la tarea evangelizadora que conlleva nuestro ministerio, seamos levadura eficaz en el México de hoy, especialmente en este camino renovador de la concretización del PGP, que podamos ser signo de esperanza, fe y caridad en la Iglesia de México. Que seamos un fuerte testimonio de voluntad firme y clara capacidad de organizar nuestras tareas en la construcción de la paz, atención y acompañamiento a las familias y jóvenes, la justicia social, la educación y la cultura, así como de nuestra casa común. Que como el evangelista, llenos de alegría por el Reino de Dios y su justicia, sintamos el impulso del mandato y la presencia del Pastor Resucitado.
Los discípulos (y ahora nosotros) han recibido la llamada a estar con Jesús y ser enviados por Él para predicar el Evangelio, y así́ se vean colmados de alegría. ¿Por qué́ no entramos también nosotros en este torrente de alegría?
“El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada”. Por lo tanto, la humanidad tiene una gran necesidad de aprovechar la salvación que nos ha traído Cristo. Los discípulos son los que se dejan aferrar cada vez más por el amor de Jesús y marcar por el fuego de la pasión por el Reino de Dios, para ser portadores de la alegría del Evangelio. Todos los discípulos del Señor están llamados a cultivar la alegría de la evangelización. (S.S. Francisco, Mensaje para la 88ª Jornada Mundial de las Misiones, 14 de junio de 2014).
Hermanos, obispos en este trienio nuestro propósito es: Anunciar la alegría del Evangelio, llegar a las periferias con misericordia y sentido profético, para contribuir a la construcción de un México más justo, reconciliado y en paz. La misión apostólica que se nos ha confiado comienza precisamente con el anuncio de la paz: “cuando entren a una casa, digan primero: paz a esta casa” (Lc 10,5-6). Este saludo, conservado en la liturgia, implica asumir el compromiso de recorrer el camino que lleva a la restauración de la armonía en las relaciones entre los hombres y con Dios (CNP 158). Anunciar la Buena Noticia es nuestra misión, es un deseo del Buen Pastor Resucitado, anunciarla a los pobres y a todos los que sufren, Jesús exige de nosotros sus apóstoles una mirada inocente que nos permita desenmascarar la obra del mal, denunciar con valentía las situaciones de pecado, evidenciar las estructuras de muerte, de violencia y de injusticia, con la consigna de vencer el mal con la fuerza del bien (Cf. Rom 12,21). Nos exige además un estilo de vida pobre, siguiendo a Jesús pobre (Cf. Lc 6, 20; 9, 58) y anunciar el Evangelio de la paz sin bolsa ni alforja, sin poner la confianza en el dinero ni en el poder de este mundo (Cf. Lc 10,4ss) (CNP 159).
Nosotros que hemos optado por Jesús y por su amor misericordioso hagamos que nuestra oración, nuestra convivencia, nuestros diálogos, reflexiones y decisiones sean lo mejor que podamos ofrecer a las personas y al México que tanto queremos. Que María Santísima, la Virgen de Guadalupe, Madre y Señora nuestra nos asista y acompañe en esta CIII Asamblea Plenaria y nos ayude a ser testigos de la Buena Nueva con un corazón misericordioso y reconciliador.
En Cristo, nuestra paz
+ Carlos Garfias Merlos
Arzobispo de Morelia