de Héctor González Martínez
Arzobispo Emérito de Durango
Episcopeo
400 Aniversario de la Diócesis de Durango (3)
En el siglo XVI, la Iglesia Católica erigió el Arzobispado de Cd. de México, con 202 Parroquias, 9 conventos de hombres y 2 de mujeres. En el Obispado de Puebla, había cerca de 150 Parroquias, había Religiosos franciscanos, jesuitas, carmelitas, mercedarios, Monasterio de dominicos, los Hospitales de los Hermanos Hospitalarios, de los religiosos de la Caridad, de los Betlemitas y de los Filipenses. En el Obispado de Oaxaca extendido de mar a mar por 160 leguas y de norte a sur por 100 leguas; con sus 8 lenguas más sus variantes; había 101 Parroquias, de las cuales 44 estaban administradas por frailes dominicos; había Seminario y Colegio de la Compañía de Jesús. En el Obispado de Michoacán había 11 poblaciones de españoles, 11 de indígenas y 33 de indígenas y españoles. El Obispado de Chiapas regenteaba 45 Parroquias; había 3 Conventos de varones y uno de mujeres, un Colegio de jesuitas y un hospital de S. Juan de Dios. En el Obispado de Guadalajara, con extensión de 500 leguas a lo largo y 500 leguas a lo ancho; había 90 Parroquias; de ellas una para españoles y dos para indígenas; 6 conventos de religiosos y 4 monasterios de monjas; dos Seminarios, dos Colegios para niñas.
En el único Obispado erigido en el S. XVII (en 1620), el de Durango, los confines permanecían algo desconocidos, sobre todo en las vastas extensiones del norte. En la Catedral estaban instituidas 3 dignidades y 4 Canónigos. Había 60 parroquias, con una extensión de cada una, hasta de 40 leguas a la redonda. Los franciscanos atendían 57 poblaciones y los jesuitas 197. Los sacerdotes seculares eran 257. En la ciudad de Durango había 1 monasterio de franciscanos y 1 de agustinos; 1 Colegio de jesuitas y 1 hospital de S. Juan de Dios; los dominicos se establecieron en Sombrerete. No había convento alguno de monjas.
En los comienzos de la Provincia de la Nueva Vizcaya, floreció la evangelización misionera por obra de los franciscanos y de los jesuitas, que fueron edificantes y se ganaron el afecto de los indígenas; fue una predicación misionera, avalada por el testimonio de la vida y por la entrega hasta el sacrificio y el martirio. Evangelización ajena a cualquier clase de violencia, prevaleciendo los carismas de los dos Institutos religiosos, inspirados en S. Francisco de Asís y S. Ignacio de Loyola. Además del anuncio del Evangelio, fomentaban los valores humanos, introdujeron cultivos, artes y oficios para elevar su nivel de vida de los indígenas.
La tribu tepehuana ocupaba la mayor parte del hoy Estado de Durango, confinando por el norte con la Tarahumara, por el oriente con los Cabezas, Laguneros y Zacatecas; por el poniente con los Acaxees y Xiximes y por el sur con los Nayaritas. Los Padres jesuitas, evangelizaron desde la Villa de Durango hasta Santiago Papasquiaro, Santa Catalina de Tepehuanes, El Zape, Guanaceví, Topia y Sinaloa. La parte sur del Estado, como S. Francisco del Mezquital y Huazamota estaba a cargo de los franciscanos.
La conquista de la Nueva Vizcaya no se caracterizó por la crueldad como en otras latitudes. Los tepehuanes no conocieron la violencia para convertirse, como choque de civilizaciones opuestas; la mayoría estimaba a los misioneros con afecto filial. Pero no faltaban indígenas reacios en adoptar la nueva doctrina, y seguían sus supersticiones con sus brujerías y sus ídolos que guardaban en las casas y festejaban con bailes y griterías, en los campos, aunque fuera de ello, se hacían pasar por cristianos. Tanto trabajaron los misioneros a favor de los tepehuanes, que el afecto se convirtió en odio, hasta que en noviembre de 1616, los hechiceros encabezaron una rebelión en toda la Provincia causando mucha profanación de templos, imágenes, signos cristianos, misioneros ordenados y laicos, destacando entre estos ocho Padres jesuitas, un dominico y un franciscano.
Por la Cuaresma de 1616, llegó a la Villa de Durango, un indígena trayendo un Ídolo en forma de Cristo mal formado, agitando a rebelarse contra el gobierno colonial, debiendo matar a los sacerdotes y españoles que había por estas tierras, luego pasar a la capital de la Provincia y tomarla, seguir a Zacatecas y Ciudad de México. Este indígena fue apresado y castigado por el Gobernador y lo soltó. El 16 de noviembre de 1616, fue martirizado el P. Hernando Tovar que venía de Topia. En Santiago Papasquiaro todos los fieles se refugiaron en el templo, de donde los hicieron salir con promesas y humo de chile, acometiéndolos luego, muriendo los Padres Bernardo de Cisneros y Diego de Orosco. En El Zape fueron martirizados cuatro jesuitas: Juan del Valle, Luis de Alavés, Juan Fonte y Gerónimo de Moranta, trasladados en mulas por el Gobernador hasta Guadiana done fueron solemnemente recibidos y sepultados en el templo de los jesuitas. El 18 de noviembre fue martirizado el P. Hernando de Santarén.
Héctor González Martínez
Obispo Emérito