2016-12-09 Radio Vaticana
El Pesebre nos recuerda al Niño Dios que nace pobre y humilde y la trágica realidad de los migrantes. El árbol de Navidad nos invita a respetar la naturaleza
(RV).- El Papa Francisco agradeció con gran alegría a los donadores del árbol de Navidad y del Pesebre que adornan la Plaza de San Pedro durante el Adviento y la festividad del Nacimiento de Jesús de 2016, brindando a los peregrinos de todo el mundo el mensaje navideño de esperanza, amor, ternura y misericordia del Niño Dios manso y humilde:
«El Pesebre y el árbol de Navidad forman un mensaje de esperanza y de amor y ayudan a crear el clima navideño favorable para vivir con fe el misterio del Nacimiento del Redentor, venido a la tierra con sencillez y mansedumbre. Dejémonos atraer, con alma de niños, ante el Pesebre, porque allí se comprende la bondad de Dios y se contempla su misericordia, que se hizo carne humana para enternecer nuestras miradas».
La audiencia tuvo lugar pocas horas antes de la inauguración del Pesebre y del árbol y el Santo Padre, en sus palabras de gratitud, se dirigió a las delegaciones de los Obispos y del Gobierno de Malta que donaron e instalaron el Pesebre; así como a las de la Provincia italiana de Trento.
En especial, el Papa agradeció a los niños que decoraron el abeto con la ayuda de la Fundación Lene Thun, que anima laboratorios de ‘cerámico-terapia’ en diversos hospitales:
«Las esferas de colores que ustedes han creado representan los valores de la vida, del amor y de la paz que la Natividad de Cristo viene a proponernos cada año».
En su agradecimiento al artista maltés Manwel Grech, creador del Nacimiento que «evoca también la triste y trágica realidad» de los migrantes en las barcazas, viajando hacia Italia, que nos recuerdan cómo nació Jesús y su mensaje de acogida y solidaridad, en especial para los más necesitados, el Papa invitó a hacerle lugar al Dios recién nacido en nuestra vida y en la sociedad:
«En la experiencia dolorosa de estos hermanos y hermanas, vemos la del Niño Jesús, que al nacer no encontró un lugar que lo acogiera y fue alumbrado en la Gruta de Belén. Luego, fue llevado a Egipto para huir de la amenaza de Herodes. Cuantos visitarán este Pesebre estarán invitados a redescubrir su valor simbólico, que es un mensaje de fraternidad, del compartir, de acogida y de solidaridad. También los Pesebres instalados en las iglesias, en las casas y en tantos lugares públicos son una invitación a hacerle lugar en nuestra vida y en la sociedad a Dios, escondido en el rostro de tantas personas que están en condiciones de dificultad, de pobreza y de tribulación».
Recordando que el abeto navideño colocado cerca del Pesebre en la Plaza de San Pedro proviene de lugares encantadores, el Obispo de Roma reiteró su exhortación a la tutela de la creación:
«La belleza de esos panoramas es una invitación a contemplar al Creador y a respetar la naturaleza, obra de sus manos. Todos estamos llamados a acercarnos a la creación con estupor contemplativo».
(CdM – RV)