2016-09-17 Radio Vaticana
(RV).- En el día en que la iglesia recuerda a San Bellarmino, jesuita y doctor de la Iglesia, el Santo Padre Francisco recibió a los participantes en el encuentro promovido por la Confederación Europea de los ex Alumnos de los Jesuitas.
Se trata de hombres y mujeres que se encuentran en Roma del 14 al 18 de setiembre para estudiar las raíces de la migración forzada, la crisis y la integración de los refugiados y migrantes, y para considerar a su vez, la propia responsabilidad en relación a ello.
En el discurso el pontífice hizo pie en la actual crisis migratoria, con 65 millones de personas que en el mundo han sido obligadas a abandonar los propios lugares de residencia. Un número sin precedentes, señaló el Papa, que va más allá de toda imaginación. “La crisis humanitaria más grande después de la segunda guerra mundial”. “Son hombres y mujeres, chicos y chicas que no son distintos de los miembros de nuestras familias y de nuestros amigos. Cada uno de ellos tiene un nombre, un rostro y una historia, así como el inalienable derecho de vivir en paz y de aspirar a un futuro mejor para los propios hijos”.
Al recordar al padre Arrupé, a quien la Confederación Europea y la Unión Mundial de Ex Alumnos y Alumnas de los jesuitas están dedicadas, y su respuesta valiente a la situación de los “boat people” sud vietnamitas, el pontífice hizo presente los innumerables conflictos en los cuales se encuentra el mundo hoy, como la “terrible guerra en Siria” y “las guerras civiles en el Sud-Sudan”, que son la razón por la cual el encuentro que se desarrolla en Roma es “para contemplar y actuar” en relación a la cuestión de los refugiados.
“Sepan también ser valientes en el responder a las necesidades de los refugiados del tiempo presente. Como alumnos de los padres jesuitas, les hará bien, en el momento de tratar los problemas que experimentan los refugiados, recordar sus raíces ignacianas. Mientras en sus países se dedican a comprender las causas de la inmigración forzada y a servir a los refugiados, es necesario que ofrezcan al Señor ‘toda su libertad, su memoria, su inteligencia y su entera voluntad».
“Con su ayuda, – agregó el Papa- la Iglesia será capaz de responder más plenamente a la tragedia humana de los refugiados a través de actos de misericordia que promuevan su integración en el contexto europeo y más allá de éste. Los animo, por lo tanto, a dar la bienvenida a los refugiados en sus hogares y comunidades, de modo que su primera experiencia de Europa no sea aquella traumática de dormir en el frío en las calles, sino la de una cálida y humana acogida. Recuerden que la auténtica hospitalidad es un profundo valor evangélico, que alimenta el amor y es nuestra mayor seguridad contra los viles actos de terrorismo”.
El pontífice los exhortó además a “echar mano a las alegrías y éxitos de la cual la educación jesuita les ha provisto, en el cuidado de la educación de los refugiados en el mundo”: “es un dato de hecho preocupante– señaló – que menos del 50% de los niños refugiados tienen acceso a la escuela primaria. Desafortunadamente ese número se reduce al 22% en lo que respecta a los adolescentes refugiados inscriptos en escuelas secundarias, y a menos del 1% para quienes pueden acceder a una instrucción universitaria”. “Junto al Servicio Jesuita a Refugiados pongan en movimiento su misericordia y ayuden a transformar esta situación en el campo educativo”, “recuerden que el amor de Dios los acompaña en este trabajo – les dijo – y ayuden a transformar sus comunidades en lugares de bienvenida donde todos los hijos de Dios tengan la oportunidad no sólo de sobrevivir, sino de crecer, florecer y dar frutos”.
“Y mientras perseveran en este trabajo constante para asegurar acogida e instrucción a los refugiados, piensen en la Sagrada Familia – María, José y el Niño Jesús –, en su largo viaje a Egipto como refugiados, mientras escapaban de la violencia, y encontraban refugio entre los extranjeros. Recuerden asimismo, las palabras de Jesús: ‘tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me acogisteis’ (Mt 25:35). Llévense estas palabras y acciones con ustedes hoy. Que puedan serles de aliento y consolación. Por mi parte – concluyó Francisco – les aseguro mi oración y les pido por favor que no se olviden de rezar por mí”.
(Griselda Mutual – Radio Vaticano)
(from Vatican Radio)