Canalejas, Edo. De México, 21 de Julio de 2016.
La mañana de este día 21 de julio del presente, los guadalupanos partieron de Arroyo Zarco, Edo. de México, donde pernoctaron para dirigirse a el cerrito de Canalejas.
En este lugar los recibió la imagen de nuestra Señora de los Dolores de Soriano, patrona de la Diócesis de Querétaro y una vez que entraron todos los grupos de peregrinos, fue entronizada la divina imagen, entre cantos, porras, música de viento y quema de cohetes.
El decanato de Soriano fue el comisionado para preparar todo el adorno del cerrito, con bellos motivos, magueyes, nopales, medallones de cucharilla, canastos con ofrendas y un hermoso tapete de aserrín que conducía hasta la entrada del presbiterio, sobriamente adornado.
Presidió la Eucaristía Mons. Faustino Armendáriz Jiménez y esta celebración tuvo un tinte especial dentro del itinerario peregrino, pues se celebró la Santa Misa en la cual un grupo de 32 peregrinos, entre niños, adultos y jóvenes, recibieron por primera vez, el Cuerpo y la Sangre de Cristo, después de haber sido preparados adecuadamente en sus respectivas parroquias.
Fueron presentados al Obispo, por el Pbro., Rogelio Balderas Balderas y durante la homilía nuestro pastor diocesano resaltó la importancia de este día para quienes se alimentan por primera vez, del Cuerpo y Sangre de Cristo, dijo:
“No es lo mismo vivir y peregrinar con el alimento celestial que vivir y caminar sin sentido”.
Los alentó a seguir adelante con su testimonio de fe y de vida cristiana, «no van solos la iglesia toda los acompaña, caminen siempre de la mano de Cristo y Santa María de Guadalupe, por el sendero de la verdad. Este año de la misericordia nos da la oportunidad de experimentar el amor de Dios, hay que vivir con la alegría, propia del que se siente que no va solo, porque sabe que va acompañado por Dios, que se quedó con nosotros en los Sacramentos».
«Hay que agradecer que nuestro Padre celestial nos ama y nos dejó su ayuda, sus divinos auxilios. Dios siempre nos conoce y sabe lo que llevamos en el corazón, dejemos que él nos escrute y revise y sane nuestra vida, todo nuestro ser y examinemos nuestro vivir, nuestro ejercicio diario con respecto a las obras de misericordia».
«Dios solo quiere que lo reconozcamos y que recorramos el camino, nuestro peregrinar que está lleno de colores a imagen de nuestra peregrinación al Tepeyac. Dios nos ayude y bendiga nuestra peregrinación».