Auditorio “Josefa Ortiz de Domínguez”, Santiago de Querétaro, domingo 25 de octubre de 2015
Año de la Vida Consagrada – Año de la Pastoral de la Comunicación
Estimados hermanos sacerdotes,
queridos agentes de la Pastoral Profética,
muy queridas Catequistas,
hermanos y hermanas todos en el Señor:
1. Con alegría y en este ambiente de júbilo, esta tarde nos reunimos para celebrar nuestra fe y sentarnos a los pies del Maestro, escuchando las enseñanzas de su palabra y nutriéndonos del misterio central de nuestra fe con la Eucaristía. Lo hacemos gozosos de poder concluir con este Encuentro Diocesano de Pastoral Profética, que ha buscado “renovar la identidad profética de los agentes de pastoral para fortalecer la comunión y prepararnos para la nueva etapa del Plan Diocesano de Pastoral”. Agradezco a todos los que integran la Comisión diocesana, quienes coordinados por el P. Rogelio Balderas Balderas, han preparado y ejecutado este encuentro diocesano.
2. El día de hoy la palabra de Dios que hemos escuchado nos relata en el evangelio un episodio fantástico y muy iluminador: “El milagro de la curación del ciego Bartimeo” (Mc, 10, 46-52). Jesús se dirige hacia Jerusalén y en su pasó por Jericó a las afueras de la ciudad, se encuentra con un ciego llamado Bartimeo, quien se encuentra sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que quien pasaba junto a él era Jesús, el ciego comenzó a gritar: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!” (Mc 10,47). Muchos lo regañaban para que se callara pero él gritaba más. “¡Hijo de David, ten compasión de mí!” (v. 48). Y cuando Jesús lo llama y le pregunta qué quiere de él, responde: “Maestro, que pueda ver” (v. 51). Bartimeo representa al hombre que reconoce el propio mal y grita al Señor, con la confianza de ser curado. Su invocación, simple y sincera, es ejemplar. En el encuentro con Cristo, realizado con fe, Bartimeo recupera la luz que había perdido, y con ella la plenitud de la propia dignidad: se pone de pie y retoma el camino, que desde aquel momento tiene un guía, Jesús, y una ruta, la misma que Jesús recorre. El evangelista no nos dice nada más de Bartimeo, pero en él nos muestra quién es el discípulo: aquel que, con la luz de la fe, sigue a Jesús “por el camino” (v. 52).
3. Esta es la última curación prodigiosa que Jesús realiza antes de su pasión, y no es casual que sea la de un ciego, es decir una persona que ha perdido la luz de sus ojos. Sabemos también por otros textos que en los evangelios la ceguera tiene un importante significado. Representa al hombre que tiene necesidad de la luz de Dios, la luz de la fe, para conocer verdaderamente la realidad y recorrer el camino de la vida. Es esencial reconocerse ciegos, necesitados de esta luz, de lo contrario se es ciego para siempre (cf. Jn 9,39-41).
4. Queridos hermanos y hermanas agentes de la Pastoral Profética, es significativo que al celebrar en este día nuestro Encuentro Diocesano de Pastoral Profética, la liturgia nos proponga este texto del Evangelio según san Marcos (10, 46-52). Esta Palabra de Dios tiene algo que decirnos de modo particular a nosotros, que en este día hemos reflexionado sobre la urgencia de anunciar nuevamente a Cristo allá donde la luz de la fe se ha debilitado, allá donde el fuego de Dios es como un rescoldo, que pide ser reavivado, para que sea llama viva que da luz y calor a toda la casa. Allá donde tantos hombres y mujeres han perdido la luz de la fe.
5. Como cristianos, como agentes de pastoral profética, como catequistas estamos llamados, a ejemplo de Jesús, a salir y anunciar la palabra de Dios, a fin de que muchos “Bartimeos” ciegos, escuchen su voz y quieran transformar su vida. necesitamos estar a tantos para no caer en la trampa pastoral del “pasar de largo”. El problema de hoy en día es que nos acostumbramos a pasar junto a los que sufren y muchas veces no nos damos cuenta de sufrimiento del otro. “Pasar” es el eco de la indiferencia, de pasar al lado de los problemas y que éstos no nos toquen. Es pensar como muchos: “No es mi problema”. Considero que necesitamos recuperar la capacidad de asombro ante los problemas y ante las diferentes situaciones que aquejan a tantos hombres y mujeres. ¿Cuántos seguidores de Jesús corremos este peligro de perder nuestra capacidad de asombro, incluso con el Señor? el peor de los males en los agentes de pastoral es hacer de su corazón, un corazón blindado, es decir, un corazón que se ha acostumbrado a pasar sin dejarse tocar, una existencia que, pasando de aquí para allá, no logra enraizarse en la vida de su pueblo simplemente porque está en esa elite que sigue al Señor. el papa fráncico nos ha dicho en alguna ocasión “Pasar sin escuchar el dolor de nuestra gente, sin enraizarnos en sus vidas, en su tierra, es como escuchar la Palabra de Dios sin dejar que eche raíces en nuestro interior y sea fecunda. Una planta, una historia sin raíces es una vida seca”. (cf. Francisco, Discurso en el encuentro con sacerdotes, religiosos y seminaristas en Bolivia, 9 de julio de 2015).
6. En torno a Jesús iban los apóstoles, los discípulos, las mujeres que lo seguían habitualmente, con quienes recorrió durante su vida los caminos de Palestina para anunciar el Reino de Dios y una gran muchedumbre. Si traducimos esto forzando el lenguaje, en torno a Jesús hoy somos nosotros los que vamos junto a él, escuchando a Jesús, y el pueblo fiel de Dios. Sin embargo, es curioso lo que el texto señala: ante los gritos del ciego Bartimeo “muchos le regañaban par que se callara” (v.48).
7. Dos realidades aparecen con fuerza, se nos imponen. Por un lado, el grito del mendigo y, por otro, las distintas reacciones de los discípulos. Esta reacción puede ser una actitud entre nosotros y propiciar que aquellos que buscan encontrarse con Jesús se alejen y en vez de sanar de sus cegueras, los empujamos para que permanezcan en su situación. Parece como que el evangelista nos quisiera mostrar cuál es el tipo de eco que encuentra el grito de Bartimeo en la vida de la gente, en la vida de los seguidores de Jesús; cómo reaccionamos hoy frente al dolor de aquél que está al borde del camino, que nadie le hace caso, de aquel que está sentado sobre su dolor, que no entra en ese círculo que está siguiendo al Señor.
8. Hoy, queridos hermanos y hermanas, necesitamos convencernos que si queremos seguir a Jesús y trabajar con él, necesitamos asumir y asimilar sus actitudes, sus atenciones y su manera de atender a las necesidades de los demás. ¡Una catequista regañona, no ayuda, no construye! ¡Una catequista que nos entiende y se molesta con las acciones de los niños y las actitudes de los jóvenes, no ha entendido que la ternura es la cualidad de Dios que está llamada a vivir y a testimoniar!
9. La clave de la Pastoral Profética será que cada uno de los agentes de pastoral hagamos nuestro el mandato de Jesús: “Llámenlo” (v. 49). Aquí está nuestra tarea y nuestro compromiso. Este tiene que ser para cada uno de nosotros el imperativo que nos lleve a ser ‘canales’ y no ‘obstáculos’ que limiten la gracia. El Papa Francisco nos enseña: “La comunidad evangelizadora se mete con obras y gestos en la vida cotidiana de los demás, achica distancias, se abaja hasta la humillación si es necesario, y asume la vida humana, tocando la carne sufriente de Cristo en el pueblo” (EG, 24). “Hay que acompañar con misericordia y paciencia las etapas posibles de crecimiento de las personas que se van construyendo día a día” (EG, 24), de manera especial la vida de los niños, adolescentes y jóvenes que acuden a la catequesis y formación inicial. “Más que el temor a equivocarnos, espero que nos mueva el temor a encerrarnos en las estructuras que nos dan una falsa contención, en las normas que nos vuelven jueces implacables, en las costumbres donde nos sentimos tranquilos” (EG, 49).
10. Estoy convencido y siempre lo digo a mis colaboradores más cercanos: que nadie venga a nosotros sin irse mejor y con una respuesta a sus necesidades. Tal vez no siempre daremos solución o responderemos como se espera, sin embargo, importa mucho el trato que damos y la forma como lo hacemos. Debemos recordar que nuestra alegría y la amabilidad son la carta de presentación de nuestro servicio en la iglesia. Esta es la pedagogía de Jesús que hoy escuchamos en el Evangelio: “¿Qué quieres que haga por ti?” (v. 51). Esta es la pedagogía de Dios con su Pueblo. El Señor se vale de nosotros para que su luz llegue a todos los rincones de la tierra.
11. Lo más interesante de todo este discurso evangélico que hemos escuchado es que al final, el ciego Bartimeo, una vez que recuperó la vista, siguió por el camino al Señor; fue discípulo de Jesús y encontró el camino de la salvación. Queridos catequistas, este es el objetivo de todo nuestro trabajo y servicio profético: que sean muchos los que recuperando la vista de alma, contemplen a Jesucristo y lo sigan como discípulos suyos.
12. Pidamos a la Santísima Virgen María que inspire en nosotros la pasión por los demás y que nos enseñe a ser amables, atentos y serviciales. Amén.
† Faustino Armendáriz Jiménez
Obispo de Querétaro