Pbro. Mtro. Filiberto Cruz Reyes
Durante los últimos años de los 20’s y el inicio de los 30’s del siglo pasado el México surgido de la revolución creía que la escuela podía ser el inicio de una nueva sociedad. Por eso José Vasconcelos, Secretario de Educación Pública invitó a Diego Rivera, entre otros muralistas, a plasmar el ideario educativo y de progreso, de la patria, en los muros del Edificio (1923-1928) que hoy es patrimonio de la humanidad, como lo ha declarado la UNESCO. En el edificio de la SEP, Diego Rivera pintó, entre muchos otros, el mural titulado “La maestra rural” (1924), en el cual aparece una maestra (símbolo de la patria), en torno a la cual están no solo niños, sino también adultos y ancianos; al fondo aparecen hombres labrando el campo, y montado a caballo entre ambos grupos, con carrillera y fusil en alto un hombre, símbolo del Estado que vigila y custodia el nuevo orden.
Esta escena representa el ideario revolucionario: educar a partir de las letras y el trabajo, sobre todo el campo, pues un pueblo que no puede ser autosuficiente en la producción de lo más básico, como lo es el alimento, no puede ser verdaderamente independiente. En el terreno propiamente educativo se crearon las escuelas normales regionales y las escuelas centrales agrícolas, cuyo fin primordial sería el enseñar a la población a leer y escribir, así como nuevas técnicas de cultivo de la tierra. Los alumnos deberían como requisito ser hijos de maestros o campesinos.
Posteriormente se fusionan ambas instituciones y surgen las regionales campesinas, mismas que luego recibirán el nombre de Normales rurales. Estas reformas, la educativa y la agraria eran parte del mismo proyecto: los alumnos deberían salir a ser parte activa en sus comunidades (sin necesidad de migración). Lázaro Cárdenas fundó la de Tacámbaro y dedicó casi la mitad del presupuesto estatal a la educación rural. Se concebía a los maestros egresados como líderes sociales y transmisores del nuevo ideal de patria, la educación debía ser fuente de desarrollo comunitario. Así se explica en parte esta fuerte relación y unión con la comunidad y el surgimiento de líderes sociales egresados de ellas, las “bases” siempre las han apoyado por esta misma razón.
Esta propuesta de corte socialista fue evolucionando a la par de los nuevos tiempos. En 1969 Díaz Ordaz cerró 15 de las 29 que existían en el país. En parte esto se explica porque nacieron con ciertas contradicciones: una propuesta educativa socialista en un país donde rige la propiedad privada; proponían como motor, en cierta manera, una lucha de clases: ¿acaso no se instalaron algunas de ellas en ex haciendas para acentuar el nuevo ideal, es decir, que ahora la enseñanza era para todos y no para unos cuantos privilegiados, y que las instituciones que durante el Porfiriato acaparaban la tierra ahora eran centros desde donde se extendería no sólo el ideal en contra de la explotación sino una verdadera oportunidad para una mejor calidad de vida? El tema de la educación implica necesariamente, al menos en la práctica, una serie de intereses económicos, no solo al pretender “venderla”, sino porque la educación ofrece la posibilidad de imaginar un nuevo orden, muchas veces ligado a un verdadero deseo de libertad y verdadero desarrollo, es decir, que sea para todos los hombres y abarque todos los aspectos de la vida del hombre, no sólo el económico.
Estamos casi a un año del brutal acontecimiento de los estudiantes de Ayotzinapa y las interrogantes y desafíos se han multiplicado, digamos solo uno ¿cuál es el ideario de educación en nuestra patria?
En su conocido poema “Encuentro con la patria”, el poeta y compatriota Luis Tijerina decía a propósito de esta pregunta:
“Quise verte en la luz de los fusiles
y en el gesto viril de los sargentos,
en las espadas de los coroneles
y en los tribunos gritos a tus muertos…
Pero no te encontré, te me perdiste
entre sables, fusiles y sargentos […].
Y por fin te encontré, Patria querida […]
Te encuentro en la sonrisa de los niños
y en la voz paternal de los maestros”.
En el Evangelio de este Domingo (XXV Ordinario, Mc 9, 30-37), el Señor Jesús va de camino “pero él no quería que nadie lo supiera, porque iba enseñando a sus discípulos”. Santiago nos dice ( 2ª Lectura, St 3, 16-4, 3) lo que el Maestro enseñaba y denunciaba: “Ustedes codician lo que no pueden tener y acaban asesinando, Ambicionan algo que no pueden alcanzar, y entonces combaten y hacen la guerra”. Necesitamos aprender de esto para frenar la mano fratricida, la imagen de Rivera del hombre armado puede ser ambigua. Necesitamos un nuevo modelo educativo, un nuevo ABC-iDeARIO ¡Viva México! Los convocamos.