Domingo de Ramos o «De la Pasión del Señor»
Del Santo Evangelio según san Marcos 11, 1-10
Cuando Jesús y los suyos iban de camino a Jerusalén, al llegar a Betfagé y Betania, cerca del monte de los Olios, les dijo a dos de sus discípulos: “Vayan al pueblo que ven allí enfrente; al entrar, encontrarán amarrado un burro que nadie ha montado todavía. Desátenlo y tráiganmelo. Si alguien les pregunta por qué lo hacen, contéstenle: ‘El Señor lo necesita y lo devolverá pronto’”. “Fueron y encontraron al burro en la calle, atado junto a una puerta, y lo desamarraron. Algunos de los que allí estaban les preguntaron: «¿Por qué sueltan al burro?» Ellos les contestaron lo que había dicho Jesús y ya nadie los molestó.
Llevaron el burro, le echaron encima los mantos y Jesús montó en Él. Muchos extendían su manto en el camino, y otros lo tapizaban con ramas cortadas en el campo. Los que iban delante de Jesús y los que lo seguían, iban gritando vivas: «¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Bendito el reino que llega, el reino de nuestro padre David! ¡Hosanna en el cielo!». Palabra del Señor.
SÁLVANOS SEÑOR
En el marco de la fiesta de Pascua, donde se congregaban en Jerusalén, alrededor del templo, miles de peregrinos israelitas venidos de todas parte, en un ambiente de alegría. Al mismo tiempo era una ocasión para retomar las expectativas políticas del pueblo en lo que respecta a sus ansias de liberación y su esperanza mesiánica. En este contexto Jesús quiere realizar un gesto profético, pero que iba en contra de estas expectativas, al mostrarse como un rey pobre, humilde y sencillo.
Seguramente esto generó diferentes lecturas en los miembros del pueblo desde perspectivas muy particulares, por ejemplo los discípulos tambien pensaron que llegaba la hora del triunfo, la de un Mesías Rey que iba a instaurar su reino.
Los gritos de “Hosanna” significaban “Sálvanos, por favor” y con ello se pedía ayuda a Dios para la victoria, sin embargo Jesús estaba entrando en terreno peligroso ya que estaba entrando en la sede de los custodios de la ortodoxia y del culto; es el lugar donde lo matarán, ya que es el terreno de sus enemigos.
Jesús rompe con la manera de pensar del común, por ello habla al pueblo con gestos proféticos como entrar en un pollino, dando claramente a conocer quién es él, a pesar de los riesgos que le pudieran traer presentarse en la sede del poder siendo aclamado y desconcertando a todos.
Hoy como personas, seguidores de Jesús o comunidad son tiempos de pensar en nuestra liberación y reconocimiento de Jesús, quien es el único Salvador; una invitación a aclamarlo con fe y pedirle, “Sálvanos, Señor”. Liberación de tantos apegos que nos desvían del camino hacia la liberación total del mal, hacia la Pascua, a pesar de los riesgos que conlleve iniciar o fortalecer un proceso de conversión en los esquemas comunes.
Entremos con Jesús a Jerusalén sabiendo que a tiempo, y a destiempo, y en todo lugar tenemos que proclamar su Reino, nuestra fe en é, nuestro liberador. Semana Santa, es tiempo de serenidad para entrar en un ambiente de oración y agradecerle al Señor su amor a nosotros, pero también es tiempo de compromiso para ser condescendientes a ese amor de Dios y seguirle con fidelidad y coherencia de vida.
Una oración: “Señor, como niños que se saben seguros en brazos de su Padre, así en este día queremos hacer fiesta en tu honor. Haciendo presentes a los que no te conocen y gritar que tú eres el Salvador. Queremos ser constructores de tu Reino. Aquí nos tiene Señor al borde del camino, dejándote sitio para pasar y después seguirte”.
† Faustino Armendáriz Jiménez
Obispo de Querétaro