1. Jesús camina, pasa, va a Jerusalén, a cumplir su misión. Se le encuentra de camino.
2. Se le acerca “un hombre”, que bien podemos ser tú o yo. Se le acercó “corriendo y se arrodilló ante él”. Hay una búsqueda, un encuentro, que aparece presuroso y gozoso, en contraste con el final: “se fue apesadumbrado”. El motivo de este encuentro decepcionante es porque el hombre “tenía muchos bienes”.
3. El interlocutor se acerca aparentemente de buena fe: quiere conseguir la vida eterna, y Jesús lo mira con amor. Ya ha hecho mucho: ha guardado todos los mandamientos “desde muy joven”, que no es poco.
4. Pero se acerca con cierto aire de auto justificación, al llamar a Jesús “bueno”, quizá, pensando: Maestro, yo quiero seguirte porque ya soy “bueno”, pues he cumplido los mandamientos. Quiere ser “de los buenos”. Jesús de inmediato marca su distancia: “Sólo Dios es bueno”, y esto es precisamente “lo único que le falta”: probar que reconoce con su vida y sus obras que “sólo Dios es bueno”, y no él.
5. ¿Cómo probarlo, cómo demostrarlo? ¿Cómo podemos estar seguros de que amamos a Dios sobre todas las cosas, que es el primero de los Mandamientos? Jesús ofrece la prueba: “Ve y vende lo que tienes, da el dinero a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo. Después, (sólo después), ven y sígueme”.
6. “El hombre, —tú o yo— se entristeció y se fue apesadumbrado”. En el uso de los bienes materiales y, en concreto, en nuestro amor a los pobres y en el amor al padre y a la madre, se prueba el auténtico discípulo de Jesús. El Padre y la Madre son en la familia la presencia de Dios.
7. ¿Es posible seguir así a Jesús? “El hombre” del episodio lo presintió, lo intentó, pero no dio el paso en el seguimiento del Maestro. Quizá esa sea la actitud más común de nosotros los católicos. Es lo que llamamos incoherencia entre fe y vida.
8. Pero, ¿todo es fracaso? No. Verdaderamente consuela la respuesta de Pedro: “Señor, ya ves que nosotros lo hemos dejado todo para seguirte” ¿Cuánto, qué cosas, a quiénes dejó Pedro y los demás apóstoles? Casas, familia, padre, esposa, barca, redes… lo importante es que fue “todo”. Y a Jesús agrada esta espontaneidad y generosidad de Pedro.
9. La respuesta de Jesús muestra la esplendidez de Dios: a) en esta vida “el ciento por uno en casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y tierras”, sin olvidar “las persecuciones” y, b) en el otro mundo, la vida eterna”. La esplendidez de Dios en el realismo cristiano: el seguimiento de Jesús proporciona alegría y bienes, pero conlleva necesariamente la cruz, las persecuciones, por Él y por el Evangelio”.
10. Observemos que lo único que no se multiplica en esta vida es la paternidad, porque todos somos y debemos vivir como hijos de un mismo y único Padre, el Bueno, Dios. El padre de familia hace presente, pero no substituye a Dios. Lo representa. Esta es la “Sabiduría” de Dios con la cual nos llegan todos los bienes. Amén.
† Mario De Gasperín Gasperín Obispo de Querétaro