La paz es una condición necesaria para el desarrollo de las sociedades. No se trata solo de una convivencia armónica, de expresar valores e ideas, de la diaria interacción en el campo de relaciones humanas, sino de aportar, en estas y otras condiciones, caminos viables, resueltos e inequívocos para el restablecimiento de la paz en todos los ambientes.
Orar a Dios y actuando decididamente por la instauración de una cultura de la no violencia, es la propuesta que se abre para que la paz, tan anhelada en México, se haga realidad; una paz rebosante de justicia, elemento indispensable para la reconciliación progresiva de un pueblo.
Una vez más se ha emitido una convocatoria de la sociedad civil, de la que todos formamos parte y debemos mostrar solidaridad, para que los mexicanos exclamemos con fuerza y determinación un rotundo ¡basta! a la violencia en México; a las muertes sin freno y sin esclarecer, atribuidas al narcotráfico y al crimen organizado; a la corrupción de los servidores públicos y de las figuras de autoridad y representantes de las leyes en nuestro país; ¡basta! de secuestros, extorsiones, ejecuciones y venganzas. ¡Basta! de lastimar a miles de familias, mujeres, niños, jóvenes, trabajadores. ¡Basta! de sentir miedo, inseguridad, violencia y muerte. ¡Basta de mentir! ¡México aún tiene esperanza!
Confiamos que las propuestas de la sociedad civil y su participación en esta búsqueda de la paz, darán frutos abundantes. Que ese clamor de paz, no solo lo dirijamos a quienes son responsables de nuestra protección y seguridad, sino también a nosotros mismos, a cada ciudadano, porque la paz es tarea de todos, y todos somos responsables de procurarla y testimoniarla.
Debemos hacer una seria reflexión de los momentos en que nosotros mismos generamos violencia, cuando somos intolerantes; cuando negamos el perdón, propiciando resentimiento; cuando excluimos por condiciones de raza, lengua o religión; cuando nos mostramos insolidarios e inmisericordes.
La Iglesia, integrada por todos los creyentes, no cesa, fiel a su misión en su compromiso por la paz; por lo que sus acciones están dirigidas a:
- Impulsar el desarrollo humano de las personas, en las familias y en las comunidades, que propicie la reconciliación de la propia afectividad, para que afloren sentimientos de paz que encaucen positivamente el potencial de agresividad que existe en todas las personas.
- Desarrollar la indignación contra toda violencia presente en nosotros y en torno a nosotros. No podemos acostumbrarnos a la violencia ni asumirla como estilo de vida; ésta nos debe sorprender y nos tiene que llevar a la indignación que nos mueve a evitarla.
- Expresar el amor a la paz. Es importante amar la paz, adherirse a ella de un modo espontáneo, disfrutarla y celebrarla cuando se tiene y también expresar el dolor y sufrimiento cuando nos vemos privados de ella.
- Fomentar el sentido de pertenencia a la nación y el reconocimiento de que en nuestras diferencias está nuestra riqueza. Con nuestra nación se identifican nuestra familia y nuestros amigos; nuestros valores y nuestra cultura; nuestros recursos y la riqueza de nuestro entorno. Somos un solo pueblo, plural, diverso, pero un solo pueblo.
Esperamos de nuestras autoridades y de los Poderes de la Unión, que tengan voluntad verdadera para alcanzar la paz, hacer valer el estado de derecho y propiciar una justicia expedita y eficaz para todos los mexicanos.
Pedimos al Señor que nos conceda el don de la justicia y la paz, y que Santa María de Guadalupe, Reina de la Paz, interceda por cada uno de nosotros y por México.
Ciudad de México, 6 de mayo de 2011
† Víctor René Rodríguez Gómez Obispo Auxiliar de Texcoco Secretario General de la CEM