1. El “boletín” pertenece al género menor del periodismo, pero su penetración es mayor en el ámbito particular; debe ser ágil y llamativo y “no querer decirlo todo” (Horacio).
2. Es “parroquial”. Es lo esencial. La responsabilidad es del párroco, pero es para reflejar la vida de la parroquia y no los intereses de un grupo o persona particular. Nadie se lo debe apropiar, pero es bueno la colaboración de seglares preparados.
3. La misa no se puede convertir en clase de lectura; no es pues para que se lea en la misa. Es para llevar a casa y compartir con la familia y con los vecinos. Los textos y lecturas de la misa están allí fuera de lugar. Debería repartirse al final.
4. Debe incluir como indispensable:
- Un pequeño texto doctrinal, pues es un deber enseñar y trasmitir la fe y la sana doctrina. Quizá un texto del catecismo vendría bien.
- Un mensaje esperanzador del párroco, que refleje y eleve el estado espiritual de la comunidad.
- Un pequeño texto bíblico para meditar y orar, por ejemplo un salmo o algunos textos sapienciales. Es el espacio para el Espíritu.
- Una referencia a los hechos significativos de la comunidad: tristezas, pequeños heroísmos etcétera, nombrando personas y grupos. Jamás herir a alguna persona o institución.
- Una referencia a la vida diocesana. La parroquia no es una isla, ni el boletín sustituye al periódico diocesano. Lo debe potenciar.
5. No reproducir lo que otros ya publicaron, menos “fusilarse” artículos ajenos. Si se llega a reproducir alguno, citar la fuente.
6. El boletín es cultura y se debe mostrar cuidando la ortografía, el estilo y la redacción: Decir las cosas bien, con las menos palabras que pueda pero sin menoscabo de la claridad: “Lo bueno, si breve, dos veces bueno” (Góngora).
7. Creer en el boletín. Que sea verdadera expresión de la “caridad pastoral” y entonces gozará de la fuerza del Espíritu y dará su fruto. Los fieles lo agradecerán. ¡Felicidades!
† Mario de Gasperín Gasperín Obispo de Querétaro