(CODIPACSQRO) El primer Domingo de Adviento es la fecha en que inició el “Año de la Vida Consagrada”, tiempo de gracia y alegría, convocado para toda la Iglesia por el Santo Padre Francisco. La Diócesis de Querétaro respondió al llamado y presidida por su señor obispo Don Faustino Armendáriz Jiménez celebró la Eucaristía con religiosos y religiosas de las órdenes, congregaciones e institutos de vida consagrada presentes en la iglesia particular de Querétaro.
Antes de la Santa Misa los más de seiscientos escogidos por Dios realizaron una procesión de la parroquia del Sagrado Corazón a la Santa Iglesia Catedral, entre cantos festivos y aclamaciones, dieron gracias por su vocación, expresaron la alegría de quienes solo viven para Dios y le sirven en los hermanos, hombres y mujeres, jóvenes y adultos, incluso ancianos, mostraron que vale la pena desgastarse por seguir a Jesucristo pobre, casto y obediente, caminar en comunidad sin distinción de sus hábitos, manifiesta la unidad y la inagotable riqueza de los regalos del Espíritu Santo a la Iglesia universal.
En la celebración sobresalen dos momentos. El primero cuando Monseñor Javier Martínez Osornio dio lectura al anuncio de poder obtener la indulgencia plenaria con motivo de este año de gracia. Y segundo el anuncio del señor obispo de su primer carta pastoral “Vida Consagrada, memoria, desafío y esperanza” Dirigida a quienes viven esta vocación y ven el futuro con certeza pues el que los llamó, no falla y vivir el presente con pasión y entrega generosa. Este documento fue entregado a todos los consagrados presentes en esta solemne celebración.
Monseñor Faustino en la homilía Destacó el gran amor que Dios tiene para con nosotros al ofrecernos el año de la vida consagrada para recordar que la belleza de la consagración es la alegría, y que la alegría del encuentro con Jesucristo: Evangelio de Dios, es siempre memoria, profecía y esperanza. Advirtió sobre el adormilamiento actual ante la realidad y las cosas de Dios. Explicó que el Tiempo de Adviento viene a recordarnos, para que nuestra vida recupere su orientación correcta, hacia el rostro de Dios. El rostro de un Padre y de un Amigo. Esto implica un justo desapego de los bienes terrenos, un sincero arrepentimiento de los propios errores, una caridad activa con el prójimo y, sobre todo, un abandono humilde y confiado en las manos de Dios, nuestro Padre tierno y misericordioso. Invitó a todos a tener una actitud de vigilancia pues nadie sabe ni el día ni la hora en que nos encontremos con Dios cara a cara. Agradeció a todos los consagrados su entrega generosa al servicio del Reino en esta comunidad diocesana, algunos incluso presentes desde mucho antes de la fundación de la diócesis: “sigan desgastando su vida con amor y generosidad. La Iglesia les necesita. Necesita que vivan el discipulado y al misión. La cultura les necesita. Las familias les necesitan. Los jóvenes y los niños les necesitan. Todos les necesitamos”.
El señor obispo invitó nuevamente a los consagrados, como lo hizo el día en que tomó posesión de la Diócesis queretana para que los más de mil consagrados presentes en la Diócesis participen activamente en la misión, en el visiteo casa por casa, ir a buscar junto con su pastor a quienes nunca han hablado con un religiosos, misionar juntos y llevar a cabo una significativa acción social con la participación de todos los institutos y congregaciones religiosas.
Jorge A. Rangel Sánchez Publicado en el periódico «Diócesis de Querétaro» del 7 de diciembre de 2014