Ante el creciente fenómeno del narcotráfico, el Papa Francisco manifestó con claridad su postura respecto a la legalización de las drogas, como supuesto remedio para detener tráfico de estupefacientes. El Pontífice sostiene rotundamente que no, ni siquiera a las drogas “blandas”. “Simplemente. No a cualquier tipo de droga”
El pasado viernes 20 de junio, el Santo Padre recibió en audiencia a los participantes en la XXXI International Drug Enforcement Conference (‘Conferencia Internacional contra el Narcotráfico’) que se llevó a cabo en Roma del 17 al 19 de este mismo mes.
Francisco agradeció a los participantes su tarea que “enfrenta un problema de nuestra época muy grave y complejo”. Pero el Pontífice no hizo de esta reunión una mera ceremonia protocolaria, sino que aprovechó para denunciar una vez más el gran mal que es el narcotráfico.
El Papa explicó que el “azote de la droga sigue haciendo estragos con formas y extensión impresionantes, alimentado por un mercado turbio que traspasa las fronteras nacionales y continentales. Así, crece cada vez más el peligro para los jóvenes y adolescentes. Frente a este fenómeno siento la necesidad de expresar mi dolor y mi preocupación”.
Con gran claridad el Santo Padre abordó un tema muy discutido en los últimos años: la posibilidad de legalizar las drogas. Como es sabido, algunos países han legalizado el consumo de estupefacientes, con el supuesto de que las drogas son caras por ser clandestinas, de manera que si se vendieran abiertamente serían baratas y ya no serán un negocio lucrativo.
Papa Bergoglio se expresó así: “Quisiera decirlo claramente, la droga no se vence con la droga. La droga es un mal, y con el mal no puede haber fisuras o compromisos. Pensar que se puede reducir el daño permitiendo el uso de sustancias psicotrópicas a las personas que siguen usando drogas, no resuelve el problema”. (News.va, 20 junio 2014)
Esta postura es una exhortación a no caer en el pragmatismo. La solución a un problema grande nunca puede atropellar la verdad moral, ni pactar con el mal. Además, una “solución rápida” (como legalizar las drogas) no llega al fondo del problema, pues no resuelve los problemas vitales que llevan a las personas a buscar evasiones de este tipo.
El Pontífice también salió al encuentro de otro tema delicado, la legalización sólo de las llamadas “drogas blandas”, como la mariguana, que no son tan dañinas como la cocaína y otras que causan daños irreversibles a la salud.
Dijo que “la legalización, incluso parcial, de las llamadas ‘drogas blandas’, además de ser discutible en términos legislativos, no produce los efectos esperados. Las drogas sustitutivas, por otra parte, no constituyen una terapia suficiente , sino una forma velada de entrega al fenómeno”.
El Papa se apoya en un hecho para afirmar que esta supuesta solución no da resultados: en los países que han legalizado los estupefacientes, no se ha disminuido ni la drogadicción ni el narcotráfico.
Pero Francisco también explicó que “para decir este no, hay que decir sí a la vida, sí al amor, sí a los demás, sí a la educación, sí al deporte, sí al trabajo, sí a más oportunidades de trabajo”.
El problema de la drogadicción no es únicamente una cuestión política. Es una realidad muy compleja, cuyo núcleo es el hombre mismo frente al sentido de su vida. Por eso, no se puede dar una respuesta simplista y pragmática, sino que implica ante todo alejar las drogas de las personas afectadas y devolverles un nuevo horizonte.
Luis-Fernando Valdés