(CODIPACSQRO) “Bienvenidos hermanas y hermanos de esta comunidad a esta fiesta que sin duda los atrae y los congrega a honrar a la Santísima Virgen de Guadalupe, en este domingo en el cual reconocemos la presencia de Cristo en medio de nosotros y donde como cada domingo, el Señor nos pide estar aquí, cada domingo junto con toda la familia, el Señor se siente contento porque estamos aquí, que bueno que alabemos a Dios con nuestra presencia y a la Santísima Virgen con nuestra veneración”. Con estas palabras Don Faustino Armendáriz se dirigió a los fieles de la comunidad de Alfajayucan, donde hermanos de otras poblaciones de la Parroquia de San Alfonso María de Ligorio en Amazcala recibieron con júbilo la visita del señor obispo para renovar la coronación de la bendita imagen de la Santísima Virgen de Guadalupe en el 64 aniversario de su coronación, celebrar la Eucaristía y la bendición del sacramento de la Confirmación para miembros de esta comunidad.
En la homilía, Monseñor Armendáriz, explicó cómo la paz y serenidad son frutos de estar en la presencia de Dios que vino para los enfermos y pecadores. Que tenemos el regalo de la libertad, el temor de no tener a Dios en nuestro corazón y el testimonio de Jesús que vino a los pobre, a los enfermos y esta es la tarea que como Iglesia debemos continuar.
Advirtió que el adulterio, es vivir en la mentira, en la infidelidad, en la envidia, que no es lo que Dios quiere para nosotros. Animó a todos diciendo que tenemos todo para ser felices, para vivir con una cara de alegría. Todos podemos ser morada de Dios. Es importante enseñar a los niños con el ejemplo las cosas de Dios, lo que es bueno y lo que es malo. Si no hay el buen ejemplo los jóvenes de hoy, no pueden crecer como deberían.
Finalmente recomendó que el domingo es el día del Señor, día de vivir cristianamente con la familia y no como los paganos que no creen en Dios.
El señor cura Pbro. Martín Felipe Rodríguez presentó a la comunidad y al señor obispo el grupo de niños que recibieron el regalo divino del Espíritu Santo por la unción y la imposición de manos por parte del señor obispo de Querétaro, para ser fermento de buenas obras en el mundo.
Auxiliadora García Bellorín