Con una concentración multitudinaria hemos celebrado solemnemente la fiesta de los 150 años de la erección de nuestra Diócesis de Querétaro. Este hecho implica retomar con mayor entusiasmo el compromiso con el Evangelio, criterio fundamental de la vida de la Iglesia y de su misión evangelizadora, signo e instrumento del Reino en la sociedad y en el mundo.
Si bien, la capacidad de convocación ha sido notable, es importante reconocer que no siempre en estos eventos tan sonados se transmite una imagen de una iglesia servidora, por lo tanto, es necesario retomar mejor, con mayor entrega y entusiasmo, el sentido evangélico de la Iglesia, de sencillez, humildad y de caridad solidaria, para seguir animando con mayor credibilidad la esperanza cristiana que viene de la fe para una vida digna y de bienestar común abierta a la trascendencia del Dios de la vida.
Hemos podido constatar en esta magna celebración que una parte de nuestra sociedad, feligreses de nuestra diócesis, para ellos la religión sigue siendo importante en su vida personal, familiar y colectiva, no obstante, cada vez se ve más influenciada por la secularización, entendida como orientaciones de la sociedad moderna que ha pretendido desterrar lo sagrado, como también el hecho, sobre todo, de reducir la religión a una decisión sólo en el ámbito de lo privado. El concepto de secularización tiene varios sentidos o significados, como afirma el sociólogo Niklas Luhmann, “La secularización vale sobre todo como un concepto histórico, al que diferentes épocas llenan de contenidos diferentes”1. Y no excluye de ninguna manera actividades o experiencias religiosas.
El abandono a las prácticas religiosas y un cierto rechazo a la Institución Eclesial es otra de sus acepciones, se trata pues, de un concepto complejo de una realidad desafiante que requiere de un análisis y discernimiento espiritual, para responder adecuadamente a fortalecer el entusiasmo del fervor religioso de nuestros pueblos, sobre todo, por la persona de Jesús, contenido fundamental de nuestra fe cristiana católica y la credibilidad de la Iglesia.
Considero que a pesar de las escenificaciones impresionantes y coloridas e incluso la saturación de informaciones y de mensajes no siempre son percibidos, entendidos y recibidos con el mismo significado, de ahí la urgencia de seguir transmitiendo con una “inteligencia cordial” a través de los hechos los propósitos de seguir haciendo la historia de nuestra Iglesia Diocesana con los principios y valores del Evangelio y con una pastoral misionera testimonial de la fe, que escuche y trate de dar respuesta a los anhelos de justicia, de fraternidad y de paz, a una sociedad convulsionada por los problemas asfixiantes de la inseguridad, del encarecimiento de la canasta básica y de los servicios de primera necesidad.
Gracias a Dios hemos sido bendecidos con una participación multitudinaria, acompañados por tantos obispos de las distintas diócesis de nuestra república mexicana, de sacerdotes diocesanos y de las ordenes de religiosos, incluso sacerdotes de otras diócesis, sobre todo de la provincia eclesiástica del Bajío, congregaciones femeninas de vida consagrada, seminaristas y desde luego la presencia de nuestros feligreses que son los que más trabajaron en los distintos servicios y contagiaron con su entusiasmo y fervor religioso. Felicidades a todos, al señor obispo Don Faustino como anfitrión y a su equipo de colaboradores.
Dios nunca deja de bendecir a su pueblo y en el transcurrir del tiempo que tiene nuestra diócesis ha caminado siempre con su bendición y con la compañía de sus pastores, los obispos que la han presidido y con el actual, noveno obispo Don Faustino, quienes se han entregado juntamente con su presbiterio y laicos a fortalecer y acompañar la fe de nuestra Iglesia particular en comunión con toda la Iglesia.
¿Y ahora qué?, es la interrogante que viene después de un evento y la respuesta es sigamos siendo fieles al Evangelio y a las orientaciones de nuestra Iglesia para seguir reconstruyendo y construyendo la historia de nuestra iglesia diocesana, teniendo en cuenta el llamado y el ejemplo del Papa Francisco de hacer de nuestra iglesia un ambiente familiar, un espacio espiritual donde podamos vivir y convivir, luchar, trabajar y celebrar la existencia, en diálogo, cercanía, en la ternura y en el amor, palabras que tienen que encontrar eco en nuestros corazones.
Por lo tanto hermanos y hermanas no dejemos de dar gracias al Dios Bueno y Grande y a la Santa Patrona de nuestra Diócesis la Virgen de los Dolores de Soriano, para que con su asistencia nos impulsen a seguir llevando a cabo la misión permanente de llevar con gozo y entrega generosa la Buena Nueva del Evangelio a todos los hogares, especialmente a los más pobres. Que Dios los bendiga.
Pbro. Gabino Tepetate Hernández
Publicado en el semanario «Diócesis de Querétaro» el 16 de febrero de 2014
1 LUHMANN NIKLAS, La religión de la sociedad, Editorial Trotta, Madrid, 2007. P. 243.