Desde la fe se entiende en plenitud porque como hijos de la Iglesia celebramos, vivimos, compartimos y encontramos la felicidad de ser hermanos e hijos de Dios, el que vive fuera de la Iglesia y no ha recibido el regalo de la fe, que no es un reconocimiento, ni un título, ni un logro, ni un puesto, ni poder, ni protagonismo, sino simplemente un regalo, pero eso sí, un regalo de Dios.
Ya pasaron varios días de la gran celebración y contagia la alegría de quienes con sencillez narran lo que pudieron apreciar y lo que llevarán grabado en el corazón. “Al Dios bueno y grande demos gracias”. La presencia del señor Nuncio Apostólico, y de 50 obispos, es muestra del cariño de otras Iglesias locales de México para con nuestra diócesis queretana. Con su participación, con seguridad podemos sentirnos parte de la Iglesia Universal, y ver en esta celebración una acción evangelizadora.
La presencia de la Iglesia en Querétaro pudo apreciarse en la comitiva de fieles de las 109 parroquias y 3 cuasiparroquias que la componen. Así pudimos encontrar a hermanos que viajaron más de cinco horas para llegar y quienes llegaron caminando desde su casa. Vimos con gusto a los sacerdotes de nuestra tierra, a los religiosos y religiosas, a los seminaristas, y pudimos sentirnos hermanos, parte de esta porción del Cuerpo de Cristo, cuando nuestro señor obispo, quien como misionero, por mandato del Papa llegó a esta ciudad, y dio la bienvenida a todos, representándonos y presidiéndonos como guía y pastor de almas. Su figura como pastor es símbolo de unidad, y de total cercanía al Papa representante de Cristo en la tierra.
Como fiesta de familia, la labor callada fue de muchos hermanos que prestaron su servicio generoso como edecanes, personal de liturgia, orden, ministros extraordinarios de la comunión, coro, staff, seguridad, limpieza, organización, paramédicos, bomberos, y otros muchos que gracias a ellos fue posible que los mil y un detalles estuvieran listos para que la celebración fuera una verdadera acción de gracias a Dios.
Gracias a quienes desde los medios de comunicación, particularmente de Mariavisión, hicieron posible llevar la fiesta a quienes por diversos motivos no pudieron participar físicamente, pero que desde sus casas, desde sus trabajos, siguieron la transmisión, tanto por radio, TV e internet.
Fue una fiesta de todos y con esta celebración nos unimos a las otras Diócesis que cumplen 150 años, y manifestamos que somos una iglesia viva, presente, actual, protagonista en la historia de Querétaro y en la historia de la salvación de nuestro pueblo, de nuestra gente.
La vida de la Diócesis de Querétaro sigue siempre arriba y siempre adelante. Las Asambleas por decanatos para la presentación de las programaciones parroquiales del 2014 ya iniciaron.
¡Al Dios bueno y grande, demos gracias, hoy y siempre!
Editorial publicado en el semanario «Diócesis de Querétaro», el 16 de febrero de 2014.