La legislación actual de la Iglesia ˗que se expresa en parte en el Código de Derecho Canónico˗, acorde con la teología, por la sistematización del Código, acentúa en el Libro II del Código, intitulado “Del Pueblo de Dios”, la primacía de pertenecer al Pueblo de Dios antes que desempeñar un Oficio eclesiástico, esto en consonancia con el principio de que todos los bautizados tienen la misma gran vocación, a saber: a la santidad.
En la Parte II de dicho libro se trata “De la constitución jerárquica de la Iglesia”, para luego en su Sección I hablar “De la Suprema Autoridad de la Iglesia”. Ahí se contemplan 5 figuras, de modo que en el Capítulo V se habla “De los Legados del Romano Pontífice”.
El “Legado Pontificio es el varón eclesiástico, generalmente adornado con el carácter del Orden episcopal, a quien el Romano Pontífice encomienda de modo estable su representación personal en las diversas naciones o regiones del orbe (Sollicitudo omnium ecclesiarum (AAS 61 [1969], 473-484).
Existen fundamentalmente dos clases de legaciones, unas sólo ante las Iglesias y otras ante éstas y los Estados (frente a éstos se establecen Nunciaturas y se aceptan Embajadas). Están además las de carácter no permanente y aquellas ante las Organizaciones internacionales.
De acuerdo al c. 363 § 1 “A los Legados del Romano Pontífice se les encomienda el oficio de representarle de modo estable ante las Iglesias particulares o también ante los Estados y Autoridades públicas a donde son enviados”.
Dentro del concepto general de Legado Pontificio se comprenden diversas figuras, entre ellas las de Delegaciones Apostólicas, Nunciaturas y Misiones.
El c. 364 afirma: “La función principal del Legado pontificio consiste en procurar que sean cada vez más firmes y eficaces los vínculos de unidad que existen entre la Sede Apostólica y las Iglesias particulares. Corresponde por tanto al Legado pontificio, dentro de su circunscripción:
1° informar a la Sede Apostólica acerca de las condiciones en que se encuentran las Iglesias particulares y de todo aquello que afecte a la misma vida de la Iglesia y al bien de las almas;
2° prestar ayuda y consejo a los Obispos, sin menoscabo del ejercicio de la potestad legítima de éstos;
3° mantener frecuentes relaciones con la Conferencia Episcopal, prestándole todo tipo de colaboración;
4° en lo que atañe al nombramiento de Obispos, transmitir o proponer a la Sede Apostólica los nombres de los candidatos así como instruir el proceso informativo de los que han de ser promovidos, según las normas dadas por la Sede Apostólica;
5° esforzarse para que se promuevan iniciativas en favor de la paz, del progreso y de la cooperación entre los pueblos;
6° colaborar con los Obispos a fin de que se fomenten las oportunas relaciones entre la Iglesia católica y otras Iglesias o comunidades eclesiales, e incluso religiones no cristianas;
7° defender juntamente con los Obispos ante las autoridades estatales, todo lo que pertenece a la misión de la Iglesia y de la Sede Apostólica;
8° ejercer además las facultades y cumplir los otros mandatos que le confíe la Sede Apostólica”.
En nuestra patria el Legado Pontificio tiene carácter de Nuncio y es actualmente Mons. Christophe Pierre, quien este Domingo 22 y Lunes 23 de diciembre del presente realizó una visita pastoral a nuestra diócesis de Querétaro a las cinco Misiones serranas en el contexto del 300 aniversario del natalicio del Beato Fray Junípero Serra, secundando el espíritu misionero del franciscano y para animar la misión permanente de la Iglesia en nuestra diócesis.
Después de ser recibido, en compañía de nuestro Sr. Obispo, Don Faustino Armendáriz Jiménez, por la comunidad de fieles laicos y sacerdotes en la Misión de Concá, y luego de las palabras de bienvenida que le dirigió el Pbro. Jaime Rodríguez Montoya, Párroco de Santa María de Guadalupe en Arroyo Seco, firmó el libro de Providencias (en la foto), para luego pasar a un diálogo con los presbíteros asistentes en el que insistió en que la misión actual de la Iglesia requiere una gran imaginación para “reinventar la Iglesia” en la Tradición de la misma; siguió después la solemne concelebración eucarística y luego el compartir los alimentos. Agradecemos a Dios por esta histórica visita.
Filiberto Cruz Reyes