México, D.F., a 10 de noviembre de 2014
CEM B. 159 / 2014
Del 10 al 14 de noviembre, los obispos de México nos reunimos en nuestra 98 Asamblea Plenaria, para escuchar a Dios que nos habla a través de su Palabra y de los acontecimientos que estamos viviendo, a fin de ofrecer al pueblo de Dios y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, las orientaciones que brotan del Evangelio.
El tema central de la Asamblea está destinado reflexionar en un reto actual: «Encuentro, testimonio y diálogo en el Continente Digital; hacia una cultura del encuentro», con la ayuda del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales que preside Mons. Claudio María Celli, el Departamento de Comunicación y Prensa del CELAM, y de otros expertos.
Los obispos llegamos a esta Asamblea con una gran preocupación por la difícil situación que padecemos los mexicanos y mexicanas, a causa de diversas formas de injusticia, inequidad, indiferencia, inseguridad, miseria, corrupción, impunidad, violencia y muerte, como ha quedado evidenciado en los terribles sucesos de Ayotzinapa.
Sufrimos la zozobra de no saber qué ha sido de los 43 normalistas desaparecidos. A sus padres, hermanos, familiares y compañeros, les reiteramos, una vez más, nuestra cercanía y solidaridad. Estamos pidiendo a Dios que les de fortaleza y que pronto quede esclarecido el paradero de sus hijos, hermanos y compañeros.
Frente a estos lamentables hechos, y ante los crímenes sucedidos en Tlatlaya y el espeluznante descubrimiento de fosas clandestinas, unimos nuestra voz a la del pueblo de México, del cual formamos parte, para gritar: ¡Basta ya de tanta corrupción, impunidad y violencia!
Enérgicamente pedimos a las autoridades llevar la investigación hasta sus últimas consecuencias para que se conozca con certeza lo que ha sido de los desaparecidos, se sancione con todo el peso de la ley a los autores intelectuales y materiales, y se haga valer el estado de derecho para poner fin a toda forma de violencia, actividad ilícita, corrupción, impunidad, nexos y complicidad de algunas autoridades con el crimen organizado.
A las fuerzas políticas y a la sociedad les exhortamos, una vez más, a no lucrar con esta desgracia, y a contribuir con responsabilidad a la creación de un México en el que la vida, dignidad y derechos de todas las personas sean plenamente reconocidos, respetados, promovidos y defendidos.
Nos preocupa que el dolor y la indignación se traduzcan en actos violentos, que, lejos de acercar el momento en que haya justicia para todos, provocan más violencia e injusticia para miles de inocentes, dañando la convivencia pacífica y retrasando el progreso. Por eso, invitamos a todos a unirnos en la diversidad y participar en la búsqueda de soluciones de fondo con diálogo, creatividad, solidaridad y respeto a las leyes y a todos los ciudadanos.
La Iglesia, por su parte, seguirá adelante en este esfuerzo, como lo viene haciendo desde hace tres años la Provincia de Acapulco, que está desarrollando un proyecto de construcción de paz, mediante 15 centros de escucha y atención espiritual, psicosocial, pastoral y jurídica para víctimas de la violencia, ubicados en Acapulco y sus alrededores. Además, se está atendiendo a las familias de los estudiantes desaparecidos que viven en la Costa Chica, en Ayutla (11 familias) y en la Costa Grande, en Atoyac (4 familias), celebrando con ellos la Eucaristía y brindándoles acompañamiento personal.
En nuestra Asamblea, además de orar por México, queremos descubrir con la ayuda de Dios los muchos signos positivos que hay en nuestra patria, sobre todo en la bondad y grandes capacidades de la mayoría de los mexicanos, para contribuir a la construcción de un México próspero y en paz.