(CODIPACSQRO) Este domingo 28 de febrero en el templo de la Santa Cruz, las ocho hermandades: Señor Nazareno, Señor de la Cañita, San Juan, Señor de la Piedad, La Santa Cruz, Señor de la Columna, Señor del Santo Entierro y Señor de Esquipulas, que conforman la Procesión del Silencio, se han congregado en el Convento Franciscano de la Santísima Cruz de los Milagros, para dar gracias a Dios por cincuenta años. Y el señor obispo Monseñor Faustino Armendáriz Jiménez presidió la Santa Misa por esta iniciativa de penitencia silencio y oración fundada hace medio siglo por los sacerdotes diocesanos, Pbro. Ernesto Espitia y Pbro. José Morales Flores.
Son más de quinientos hombres, jóvenes y adultos los que participan al retiro espiritual en absoluto silencio durante los días santos, el Viernes Santo cargan una cruz de mezquite o las pesadas andas, dan testimonio de la muerte de Jesús en la Santa Cruz y de la certeza de su Resurrección. Ellos son atendidos por el sacerdote Fray Hugo Córdova Padilla quien es el padre espiritual y que cada jueves a las 20:00 Hrs. da formación a quienes buscan vivir una vida más cercana a Dios y a su voluntad.
Monseñor Faustino en la homilía afirmó que son cincuenta años recorriendo la vida cristiana cada Vienes Santo cuando Cristo mostró su amor y su ternura, al caminar en procesión sacan fuerza de la fe, así como todos los días del año ante las personales circunstancias adversas.
El tercer Domingo de Cuaresma es un llamado a la conversión, y convertirse no es reconocer los errores, es poner a Cristo al centro de la vida como modelo. Que no podemos dejar la conversión para otro momento, no hay que dejarla para después ya que tenemos un plazo para hacer el bien. La conversión no es una amenaza es una invitación para que reaccionemos personalmente.
El señor obispo recordó que la figura de la higuera que no da frutos, enseña que debemos dar frutos de misericordia en bien de nuestros hermanos. Invitó a los fieles de las hermandades a vivir el silencio para escuchar la voz de Dios, y a responderle en la oración y penitencia.
Jorge A. Rangel Sánchez