Este año se cumplen 285 años de la consagración del actual Santuario Diocesano de Nuestra Señora de Guadalupe, anterior Parroquia de los Españoles, la importancia de un aniversario más, me lleva a escribir sobre este hermoso lugar, sobre todo, porque no hay lugar más representativo de nuestra ciudad que la antigua parroquia, que desde el 2006 fue elevado al rango de Santuario Diocesano, dedicado a la dulce Señora del Tepeyac, la Virgen de Guadalupe.
Los bienes sagrados tienen un hondo significado, basado siempre en la alta dignidad del arte, que es la traducción en el plano sensible, de la Belleza Ideal; donde la belleza es una forma de lo Divino, un atributo de Dios; una Verdad Divina, fundamento del Ser. He aquí por qué lo Bello es, según la fórmula platónica, “el esplendor de lo verdadero”. Por ello, el objeto de los bienes sagrados es el de revelar la imagen de la Naturaleza Divina impresa en lo creado, pero oculta en ello, siendo siempre la manifestación o reflejo de un vínculo terrenal a lo espiritual.
En este caso, y siendo el Santuario Diocesano de Nuestra Señora de Guadalupe, el principal templo en la Ciudad de San Juan del Río, es claro que converge en él lo más prestigiado y notorio de la época. Su objetivo no era -y no lo es- sólo el de congregar fieles, sino el de crear para ellos una atmósfera que permita que la Gracia se manifieste mejor, y lo alcanza en la medida en que logra llamar su atención con un sutil juego de influencias, a través de los diferentes retablos, con sus pinturas, esculturas, ornamentos, candiles, etc., pero con un solo objetivo: la comunión con lo Divino. Por lo tanto, la auténtica naturaleza del arte tiene un significado antológico y cosmológico, donde queda determinado su carácter esencial, que es el de ser Simbólico. Así, el arte religioso nos lleva de la mano a una lectura iconográfica, con el único sentido de introducirnos en todos los rincones del templo, hasta el momento en que estemos en un clima de acercamiento a la oración, que llegará a ser como un fragmento de eternidad, donde se realiza la conversión total.
En el año de 1689 los vecinos de San Juan del Río, tanto españoles como naturales, solicitaron permiso al Virrey Don Gaspar de la Cerda Sandoval Silva y Mendoza, Conde de Galve, para la construcción del Templo Parroquial, (hoy Santuario Diocesano de Nuestra Señora de Guadalupe), concediéndose el mencionado permiso, comprometiéndose los vecinos españoles con sus limosnas para la construcción de la obra y para sustento de los naturales, éstos últimos se comprometieron en forma libre y voluntaria a trabajar en la construcción del templo. Es así, como se dio inicio a la construcción bajo la responsabilidad del Cura Párroco Dr. D. Pedro Avalos y de la Cueva y Bracamonte.
La edificación de este templo no fue nada fácil, pues tuvo que suspenderse varias veces por falta de recursos económicos. Se vuelven a tener noticias de la edificación del templo hasta el 10 de diciembre de 1726, cuando Don Marcos Mancilla, hombre de negocios y originario de este lugar, al estar en una situación difícil, se encomendó a la Virgen de Guadalupe para que intercediera por él y no perdiera la vida, y en pago de la gracia ofreció construirle un templo; cosa que no realizó, pero pagó su deuda al apoyar la construcción del actual templo. Para el año de 1728, se cubría la bóveda del templo, y se dedicaba con gran solemnidad, el día 25 de julio de 1729, por el entonces Sr. Cura de esta ciudad Pbro. Br. Don Antonio Rincón y Mendoza.
La forma del Santuario Diocesano es de planta de cruz latina, cuenta con diversos altares laterales y un altar mayor. El primer altar mayor fue construido de madera, siguiendo probablemente el estilo barroco de la época; el actual altar fue mandado construir por el Sr. Cura Don Esteban García Rebollo en junio de 1877; este altar tiene forma de ciprés y es de estilo neoclásico, está hecho totalmente de cantera y se divide en dos cuerpos; en el primero sobre las columnas están labradas gran diversidad de rosas y en este lugar se localiza una bella imagen de la Virgen de Guadalupe, que probablemente por su colorido fuera realizada por algún discípulo del pintor oaxaqueño Miguel Cabrera, aunque la pintura no tiene ninguna firma que lo acredite y lo único que se menciona es la fecha de 12 de octubre de 1767. Dicha imagen fue coronada el 19 de enero de 1949 por el obispo de León, y el Obispo de Querétaro.
En el segundo cuerpo del ciprés destacan las columnas labradas con espigas y racimos de uvas, símbolos de la Eucaristía, y en este lugar debería estar la custodia monumental que posee este Santuario y que es única en su estilo en toda la Diócesis de Querétaro. Este altar fue consagrado por el Excmo. Sr. Don Ramón Camacho, Obispo de Querétaro, el día 12 de diciembre de 1877.
El ahora Santuario Diocesano, es amplio, y de construcción sólida, no presenta nada de particular en su interior; sin embargo, es de sobrio aspecto por sus líneas de gran sencillez que la vuelven señorial. En este lugar se juro la Constitución Española de Cádiz en 1812 y 1820; la primera de la República en 1824; además de que se realizaron solemnes honras fúnebres a los restos de los héroes de la independencia el 7 de septiembre de 1823, y el día 2 de julio de 1911 escuchó la Santa Misa el Presidente de la República, Lic. Don Francisco León de la Barra.
Con fecha del día 1° de enero de 2006, el Excmo. Sr. Obispo, Don Mario de Gasperín Gasperín, tuvo a bien elevar este templo a la dignidad de Santuario Diocesano, y destinarlo al culto de la Virgen Santísima de Guadalupe.
Que el recuerdo de este aniversario, haga valorar cada día más este bello templo, que es orgullo de los sanjuanenses y patrimonio de los queretanos.
Francisco Pájaro Anaya