Santiago de Querétaro, 16 de noviembre de 2015
Año de la Vida Consagrada – Año de Evaluación y Actualización del PDP
Estimados sacerdotes y diáconos,
queridos miembros de la vida consagrada,
muy queridos miembros de los Consejos Parroquiales de Pastoral y agentes de la pastoral,
estimados miembros de los movimientos y asociaciones presentes en al Diócesis,
hermanos y hermanas todos:
Buenas tardes:
1. Con gran alegría me complace poder dirigirme a todos y cada uno de ustedes en esta tarde, cobijados por el clima eclesial de la XXVII Asamblea Diocesana de Pastoral, que nos ha convocado en estos dos días para evaluar las acciones concretas que cada comisión diocesana asumió para impulsar durante este año la Pastoral de la Comunicación, y conocer las directrices de la evaluación y actualización del Plan Diocesano de Pastoral. Conscientes que como discípulos misioneros estamos llamados para continuar con la tarea de anunciar, a tiempo y a destiempo, el alegre mensaje del Evangelio, pues sin duda que, “la actividad misionera «representa hoy día el mayor desafío para la Iglesia», y «la causa misionera debe ser la primera»” (EG,15). Hoy como hemos afirmando los obispos en Aparecida y como nos lo ha recordado el Papa Francisco: “«No podemos quedarnos tranquilos en espera pasiva en nuestros templos» y que hace falta pasar «de una pastoral de mera conservación a una pastoral decididamente misionera»” (cf. DA, 548, 370; EG, 15). La Misión es una tarea pendiente (cf. LS, 3).
2. En este contexto y bajo esta premisa, ofrezco estas diez directrices que nos permitirán evaluar la tercera etapa del Plan Diocesano de Pastoral y al mismo tiempo actualizar y programar su siguiente etapa:
I. «Ver y leer la realidad con los ojos de Dios», a fin de encender e iluminar con la llama de la fe, los corazones de los hombres, en un momento histórico de desaliento y de crisis social, económica, moral y de predominio de la negatividad. «La comunidad evangelizadora siempre está atenta a los frutos, porque el Señor la quiere fecunda. Cuida el trigo y no pierde la paz por la cizaña. El sembrador, cuando ve despuntar la cizaña en medio del trigo, no tiene reacciones quejosas ni alarmistas. Encuentra la manera de que la Palabra se encarne en una situación concreta y dé frutos de vida nueva, aunque en apariencia sean imperfectos o inacabados» (EG, 24). Debemos ser realistas y reconocer la complejidad de la situación y los graves problemas del mundo, de México y de nuestra diócesis. Debemos recordar que la fuerza del Espíritu es la que nos guía en el camino de la nueva evangelización.
II. La «Sinodalidad», es decir, caminar juntos, aun cuando ello nunca resulte fácil, pero es esto lo que el Señor y el mundo en el que vivimos nos están pidiendo a nosotros y a toda la Iglesia: el fortalecimiento de las sinergias en todos los ámbitos de la misión. “Una Iglesia sinodal es una Iglesia de la escucha, con la conciencia de que escuchar «es más que oír». Es una escucha reciproca en la cual cada uno tiene algo que aprender” (Francisco, Discurso en la conmemoración el 50 aniversario del Sínodo de los Obispos, 17 de octubre de 2015). Adoptando valientemente la parresia, el celo pastoral y doctrinal, la sabiduría, la franqueza, y poniendo siempre delante de nuestros ojos el bien de la Iglesia. Invito a todos a sentirse pate de esta gran tarea. El Papa Francisco a los obispos de la Conferencia Eslovaca el pasado jueves les ha dicho: “[los laicos] para ser alegres testigos del evangelio, en todos los ambientes, tienen necesidad de sentirse parte viva de la Iglesia. Es por ello que ustedes [los obispos] deben reconocer el rol de ellos en la propia Iglesia, aún incluso en lo que se refiere a la elaboración y realización de los proyectos pastorales” (cf. Francisco, Discurso a los obispos de la Conferencia Episcopal Eslovaca, 12 de noviembre de 2015). Queridos laicos, yo confío en Ustedes, confío en que su amor a la Iglesia y su entrega, nos ayudarán a nosotros los pastores para poder ofrecer el mejor camino por donde debemos conducirles. “La consigna es, sinodalidad en comunión y comunión para la sinodalidad”.
III. «Tener como punto de referencia el Plan Diocesano de Pastoral». El objetivo general y los objetivos específicos, son el pulso de estos últimos seis años, de manera que las tres prioridades diocesanas: 1. Recomenzar desde Cristo; 2. Refundamentar la familia; 3. Reconcentrar el sentido de la vida y las siete comisiones Diocesanas nos ofrecen ya caminos concretos que debemos considerar. No se trata de anular el pasado como una realidad asumida, sino más bien considerar el pasado para asumir el futuro. Ciertas realidades siguen siendo una prioridad y necesariamente tendremos que considerarlas en las programaciones futuras.
IV. «Considerar las Providencias Pastorales de la Visita Pastoral ». Ellas son la perspectiva reciente de una realidad muy específica. Sin duda que la interlocución y la transversalidad de los temas presentes en ellas, serán una luz clara para asumir los desafíos a los cuales debamos enfrentarnos y ofrecer una respuesta. Específicamente les invito para que siguiendo el “análisis temático” de ellas, se detengan en aquellas realidades más exigentes y más urgentes. Sin olvidar el principio de la ‘prevención pastoral’ que nos anima a ser previsores y a tomar medidas que nos ayuden a evitar ciertas problemáticas. Agradezco las programaciones de estos años; les pido que continúen llevándolas a cabo en comunión parroquial y decanal.
V. «Considerar los tres acontecimientos de la Iglesia universal: El Jubileo Extraordinario de la Misericordia, la XIV Asamblea General del Sínodo de los Obispos sobre la Familia y la Visita del Papa Francisco a México».
a. Como Diócesis no podemos permanecer ajenos a estos tres acontecimientos de la Iglesia Universal. El Jubileo Extraordinario de la Misericordia no es una actividad más en la agenda del Papa; es la oportunidad que tendremos como Iglesia para contemplar de manera más intensa el rostro de la misericordia en Jesucristo, para poder ser también nosotros mismos signo eficaz del obrar del Padre (cf. Misericordiae vultus, 2). “La misericordia es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia. Todo en su acción pastoral debería estar revestido por la ternura con la que se dirige a los creyentes; nada en su anuncio y en su testimonio hacia el mundo puede carecer de misericordia. La credibilidad de la Iglesia pasa a través del camino del amor misericordioso y compasivo” (MV, 10).
b. El Sínodo de los Obispos sobre “La vocación y la misión de la familia
en la Iglesia y en el mundo contemporáneo”, necesariamente será un punto de referencia en el estudio de la realidad de la familia para poder asumir un compromiso y atender sus luces y sus sombras en nuestra pastoral familiar diocesana. “La pareja y la vida en el matrimonio no son realidades abstractas, permanecen imperfectas y vulnerables. Por esto, es siempre necesaria la voluntad de convertirse, de perdonarse y de recomenzar” (Relatio Synodi fínal de los obispo al Papa Francisco, n. 4).
c. La Visita del Papa Francisco sin duda que será un impulso muy significativo en la misión permanente para nuestra Diócesis; él viene como testigo de la misericordia, es decir, viene a mostrarnos caminos concretos por donde debamos transitar los discípulos misioneros del Señor. Atendamos a su mensaje con esperanza y permitamos que su palabra nos anime en la caridad y en la fe.
VI. «Documento de Aparecida y Evangelii Gaudium». Sin duda que la V Conferencia el Episcopado Latinoamericano y del Caribe, llevada a cabo en Aparecida, Brasil en Mayo de 2007, no puede ser ignorada o pensar que ha sido asimilada en su totalidad. Considero que tendrá que seguir siendo un punto de referencia significativo tanto en la evaluación del Plan Pastoral como en la programación dela siguiente etapa. Su enseñanza y su mensaje centrado en la importancia de recordar que en virtud de nuestro bautismo estamos llamados a ser discípulos misioneros de Jesús, es un menaje actual y una urgencia pastoral. En este sentido y en esta misma línea, la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, al ser magisterio ordinario del Papa Francisco, tendrá que ser necesariamente un factor determinante, tanto para evaluar como para programar. Les pido que los volvamos a leer y a estudiar detenidamente. Incluso llevemos a cabo la elaboración de algunas jornadas de estudio. Por el contrario nuestra tarea se verá mutilada o con una perspectiva que quizá no es aquella que Dios quiere para nuestra Iglesia en este momento de la historia. Ambos documentos tienen un profundo sentido programático y consecuencias importantes.
VII. «Audacia y Creatividad evangelizadoras». Hoy, quizá más que ayer, se necesita que echemos mano de la audacia y de la creatividad evangelizadora, de manera que reinventemos la Iglesia, en el sentido que busquemos nuevas formas de anunciar el evangelio. No podemos —como dice el Papa Francisco— seguir con el cómodo criterio del “siempre se ha hecho así” (cf. EG, 33) Invito a todos a ser audaces y creativos en esta tarea de repensar los objetivos, las estructuras, el estilo y los métodos evangelizadores de las propias comunidades. Además, es necesario que el mensaje del evangelio se concentra en lo esencial, que es lo más bello, lo más grande, lo más atractivo y al mismo tiempo lo más necesario (EG, 35). Quisiera hacer hincapié en esto y señalar el gran aporte que los jóvenes pueden ofrecer desde su realidad. Jóvenes ayúdenos con su entusiasmo. Ayúdenos con su forma de ser.
VIII. «Considerar tres principios clave: Discernimiento, purificación y reforma» (EG, 30). Estos tres principios que el Papa nos señala en la Exhortación Evangelii Gaudium, considero que son de vital importancia en esta etapa crucial que nos está tocando vivir:
- Discernimiento, es decir, necesitamos sentarnos a los pies del Maestro para conocer cuál es la voluntad de Dios. Discernir de desde la necesidad.
- Purificación, es decir, como comunidad diocesana, parroquial y personal, es importante iniciar un proceso que nos impida caer en las diferentes tentaciones pastorales. Que no nos de miedo deshacernos de aquello que nos impide ser libres para entregarnos al Señor, de manera institucional y de manera personal.
- Reforma, es decir, volver al Evangelio que es el origen y el principio de todo. La reforma de la Iglesia, que es también una exigencia para nosotros, comienza con volver a la centralidad del Evangelio. Dicha reforma comienza con el negarse a sí mismo para tomar la cruz. Reforma es, según la enseñanza del teólogo Y. Congar: “La capacidad de no absolutizar la propia intuición, sino permanecer solidariamente con el todo que es la Iglesia. (cf. Y. Congar, Vera e falsa riforma nella Chiesa, Milano Jaka Book, 1972, p.177). Seamos aquellos a quien Dios llama a reformar la Iglesia por la vía de la santidad; seamos hombres y mujeres comprometidos en la reforma de la Iglesia por la vía de comunión;. seamos aquellos discípulos misioneros que negándonos a nosotros mismos, tomemos la cruz y sigamos a Jesús cargando nuestra propia cruz. El Evangelio es claro en este aspecto: “Si alguno quiere venir en pos de mí, que renuncie a sí mismo y que me siga” (Mt 16, 24). La reforma de la Iglesia, será posible en la media en la cual cada uno de los bautizados volvamos la vida y la mirada a la esencia del evangelio.
IX. «Alegría, esperanza, fidelidad». Estas tres notas han de ser la característica de toda nuestra acción pastoral, de manera que el entusiasmo no sólo sea un sentimiento sino una actitud. Necesitamos inyectar la realidad de esperanza, sobre todo a las jóvenes generaciones. Buscando poner las bases para una cultura y una civilización donde la esperanza sea nuestra carta de presentación. Es fundamental que ante todo esto, vivamos la fidelidad evangélica, por el contrario, si Cristo no es el centro de todo, podemos estar en riego de perdernos de lo esencial. Sacerdotes, diáconos, consagrados, consagradas, seminaristas, laicos agentes de pastoral: hagamos de nuestra Iglesia, una Iglesia alegre, esperanzadora y fiel a Jesucristo.
X. «Comunión». Quizá este sea el punto más importante y más neurálgico de todo nuestro discurso. Considero que sin la comunión en todos los ámbitos, nos es posible vivir la vida de la Iglesia; comunión no significa igualdad de pensamiento, de formas de ser o trabajar; comunión es vivir unidos en Cristo, nuestro punto de partida y nuestro punto de llegada; comunión es vivir la alegría del Evangelio, desbordada en la misión.
3. Sin duda que estas diez directrices no lo son todo; son sólo algunas leneas clave que puedo señalar, pero que considero engloban otras tantas. El Vicario de Pastoral nos presentará otras que nos ayudarán a aterrizar el trabajo concreto para este año. Les pido a todos estudiarlas y a partir de ellas, trabajar durante este año con entusiasmo y con alegría. Gracias.
† Faustino Armendáriz Jiménez
Obispo de Querétaro